El puerto de Estocolmo es gigantesco. Los barcos atracan casi en el centro de la capital sueca, pero los cruceros lo hacen en pantalanes creados a propósito lejos de la ciudad. Donde no agobien las vistas de los suecos, que miman su urbe como si fueran donostiarras. Están, estábamos, en uno de los más alejados, de nombre impronunciable. Irigoyen, Daguer y yo decidimos salir a dar una vuelta el viernes 24 de mayo por la mañana. Hacía un sol espléndido, buen argumento para pasear por la pequeña ciudad vieja y ver algo del Estocolmo moderno. Salimos del barco y cogimos un taxi en el mismo puerto. Irigoyen le preguntó al taxista cómo se llamaba el puerto donde habíamos atracado. Y le contestó algo ininteligible. “Apúntalo” dijo Nika. Le pedimos que nos llevase a ‘Gamla stam’ (ciudad vieja) y en veinte minutos, más o menos, y 22 euros de recorrido en un Mercedes con taxista turco, nos plantamos en este barrio lleno de callejuelas estrechas, adoquinadas. Los comercios son para turistas y los bares y cafeterías coquetos pero con toda la clientela extranjera.
Estuvimos paseando, salimos de la parte vieja al centro y nos fuimos por una peatonal llena de tiendas de ropa y grandes superficies, con mucha gente y buen ambiente. Anduvimos dos horas. Así que hacia las 12,30 del mediodía nos fuimos a tomar una cerveza de nuevo a la ciudad vieja. En un bar con terraza, mirando al mar y al puente por donde pasaban continuamente trenes, nos tomamos dos blancos (9 euros cada uno) y una caña (6 euros). La verdad es que se estaba más que a gusto. Jesús y Nika estaban jugando con sus móviles mandando fotos por guasap.
Una hora después de sentarnos, decidimos volver a comer al barco, porque si el vino cuesta un ojo, comer algo sabroso nos iba a dejar en la ruina… Buscamos un taxi y apareció allí mismo uno. El de Duru, taxista turco. Y aquí empieza una historia real que parece un cuento.
Los tres sentados dentro del taxi… y no sabíamos decirle a dónde nos tenía que llevar. Ninguno apuntó la referencia del otro taxista. Le dijimos ‘cruise’ (queríamos decir crucero en inglés) y asintió. Nos llevó a un pequeño puerto en el centro de la ciudad, a cuatro minutos de donde estábamos sentados. Mientras nos preguntó de dónde éramos. “Basque Country”. Ni idea. “España, Real Sociedad. Nihat. Good people and player” le soltamos. Duru pegó un respingo. “Sociedad, Nihat. Tayfun” dijo. Saca su móvil y nos muestra a su hijo de unos ocho años fotografiado con… ¡Nihat!. Eran amigos y su chaval, que es zurdo, podía jugar en la Real como su amigo Nihat, del Besiktas, decía Duru.
Al final para en un puerto. Le dijimos que no era ese, que el muelle era muy grande, lejos. No tenía ni idea el pobre Duru. Nos pidió el mapa para que se lo indicásemos. Como si le damos la fórmula de Einstein. Ni idea dónde ir ninguno de los cuatro.
Aquí Duru tuvo una idea genial. Condujo hasta una oficina de información y salió tan contento. Nosotros estábamos preocupados, porque si no nos llevaba donde estaba el crucero, podíamos pasarnos todo el día buscándolo. Duru nos decía: “No problem”. Ya saben, lo que te dicen cuando hay verdaderos problemas por algo.
“No problem. 10 minutos”, señalaba con los dedos de sus manos el tiempo que faltaba para llegar al crucero, decía para tranquilizarnos. Yo estaba más que mosca porque venir al centro nos llevó el doble de tiempo. ¿Y si no era el puerto?
Mientras, Irigoyen tuvo una de sus excelentes ocurrencias. Llamó por su móvil al teléfono de la tarjeta del barco y le respondieron que estaban en el sitio impronunciable. Se lo dijo a Duru, que respondió “yes. No problem”. Iba en la dirección adecuada.
Duru nos llevó al puerto y a la puerta del embarque del ‘Grand Mistral’. Saqué los euros para pagarle y me contestó que no. “OK, OK” insistía. Que no, que no. ¿How many? Cuánto es?” Y no sé cómo le entendimos: “Amigos de Nihat, mis amigos. Free. No money”.
Asombrados, le dimos la mano y diez euros de propina. Estuvimos los tres hablando un buen rato en contra del racismo. Un turco, en Estocolmo, se comporta como un amigo con unos extranjeros desconocidos. Todo porque éramos de la Real Sociedad, de quien está claro que Nihat ha hablado maravillas. Así que cuando Nihat recomiende a la Real Sociedad dentro de diez años un chaval zurdo, sueco, de origen turco, seguro que al menos es una buena persona. Y tiene pinta de buen futbolista…
Os dejo unas fotos de Estocolmo. De un paseo, de la terraza del bar y del muelle donde teníamos que llegar. Preciosa ciudad. Cara en sus consumiciones (casi como San Sebastián), pero preciosa (menos que Donostia).