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Pedro Usabiaga

Gran angular

Ser un clásico. Luchino Visconti.

L a obra del genial director italiano Luchino Visconti (1904-1976) no ha hecho mas que agrandarse con el paso del tiempo. Un tiempo lleno de vaivenes y guiños a uno de sus escritores favoritos Marcel Proust no es casualidad que el propio Visconti soñara con adaptar a la gran pantalla la En busca del tiempo perdido,en mas de una ocasión.

Películas como: Muerte en Venecia(1971) Confidencias(1974) o la celebre El Gatopardo(1963) destilan mucha de las fragancias que envolvieron la obra de Proust. En algunas de las pasiones destructivas de la obra de Visconti también planea Thomas Mann y su fatalidad. Como en cada uno de sus decorados que envuelven la acción e introducen a los personajes,es un mundo artificial y efímero en el cual cada objeto, cada cuadro, cada pliegue de un vestido o una chaqueta esta en el sitio en que corresponde, aquí no hay licencias históricas y atrezzo sintético, todo forma parte de un mundo evanescente y que con la muerte del director, nadie ha podido ni tan siquiera aproximarse.

Senso(1954), Rocco y sus hermanos(1960) a la adaptación de la novela de Camus El extranjero(1967), son una prueba directa de la forma de hacer cine muy difícil de igualar. La pasión de sus personajes hasta sus mas bajos instintos de supervivencia,el fuerte sabor a melodrama,el amor por la tierra,la descomposición de una época,la locura tan cuerda como en la tumultuosa histeria de la vida del rey Luis II  de Baviera en Ludwig (1973),todo resuma verdad y profundidad.

Es un caso raro,pero nunca me canso de ver sus películas, las miro y remiro una y otra vez descubriendo en cada nuevo pase, un detalle, un gesto, un personaje que ensancha a un mas la sombra del maestro milanes. Por ultimo he dejado ese fresco de la destrucción, de la caída y descomposición de una familia, donde no queda títere sin cabeza,con el telón del nacismo de fondo que aveces es caricatura y aveces se parece tanto al infierno La caída de los dioses(1969) que produce escalofríos.

Hay en la obra de Visconti, como en la de todos los genios, un salto al vació,una sensación del paso del tiempo que destroza todo lo que toca y lo convierte  en ceniza y polvo, provocando la sensación de mirarse en un espejo  y no ver mas que el reflejo de uno mismo , la desesperanza humana y mientras nos dejamos llevar por sus personajes y sus vidas perdidas,no podemos mas que sentir la mas penetrante soledad.

De su época con el compromiso político y aquel llamado neorealismo italiano encontramos tres joyas de cuya nueva revisión resulta tan placentera como el mejor de los vinos, me refiero a Obsessione(1943), La terra trema(1948) y la deliciosa Bellísima(1951).en definitiva Visconti es una elección de vida,de muerte y de un legado que perdura muchos años después.

 

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Un recorrido a lo largo de la fotografía, el cine y la moda visto por el fotógrafo donostiarra Pedro Usabiaga

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