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Pedro Usabiaga

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Tal como eramos

He leído estos días muchos artículos acerca de La semana grande. No pensaba escribir sobre eso, en el fondo a mi las fiestas me dan un poco igual. Yo siempre trabajo cuando los demás se divierten. Este año tampoco he estado, y por lo tanto, no puedo opinar sobre como ha sido esta semana grande. Solo estuve el primer fin de semana y me pareció todo un poco de mercadillo, un ligero  olor a fritanga y mucha suciedad por todos los sitios. Los fuegos  artificiales fueron, en mi recuerdo, los mismos de todos los veranos, los helados sintéticos desde que se sustituyeron estas heladerías por clásicos como la heladería española, que supongo desapareció por que no podía existir en una ciudad como la nuestra un establecimiento con ese singular nombre. Menos mal que los Italianos siguen siendo lo mismo. Los conciertos de Sagues monotematicos, y masas de gente que desea divertirte por divertirse, que es la mejor formula para aburrirse siempre. Como gran acontecimiento participativo esa algarada perfecta para darse un chapuzon con la excusa de inventar embarcaciones que emulen a los piratas y que se ha convertido en los últimos años en el gran acontecimiento de las fiestas. Me parece bien.

Yo recuerdo aquellos veranos donde solo estábamos los de casa, donde las ferias y no barracas, como se les llama ahora, estaban en Amara, El circo ruso en Sagues, los Toros en el Chofre y en Gudamendi el tiro de pichón. Cuando cenábamos en la cafetería California y corríamos bajo la lluvia a ver los fuegos desde la Concha, en aquel tiempo no olía a pis, y los helados solo sabían avellana y el barquillo era de verdad. Me viene a la cabeza Nuria Espert en el Astoria con su compañía y aquellas Divinas Palabras de Valle Inclan, En el Victoria Eugenia Mercedes Sosa y en el Principal Pedro Osinaga con Se infiel y no mires con quien. La nostalgia es un error, lo se, pero no puedo evitarlo. No quiero decir que sean mejores que ahora, pero en mi memoria recuerdo las fiestas del Ku y todos sus excesos, y a su lado, lo que se hace hoy es un poco cutre y de medio pelo.

No soy aficionado a los toros, ni tengo un criterio acerca de si deben o no deben estar en Donosti, me siento incapacitado para dar una opinión, pero si deben prohibir debería hacerse en todo el estado y creo que deberían opinar los expertos. Yo solo recuerdo a Orson Welles con su puro el los labios sentado en la terraza de Gaviria tras una corrida con Antonio Ordoñez .Que le pregunten a el. Para lo que si me siento capacitado es para decir que las retransmisiones de las fiestas en tv son bastante malas, los presentadores, si se les puede llamar así, son incultos, en especial una que se afana por emular a la Obregon y resulta bastante patética en su deseo de ser una nueva Enma Garcia. El tiempo la barrera lo mismo que los empleados de la limpieza limpian el Boulevard cada mañana de borrachos apostados en el kiosko de musica.

En mi recuerdo, están aquellas fiestas en las que con mis amigos hacíamos carreras para llegar nadando de La Concha a La Isla, jugábamos a la guerra en Urgull y luego íbamos todos juntos al Juantxo a comernos un bocadillo de tortilla de patatas. Los veranos olían a crema Nívea y no a sudor tosco de grupos de franceses que se emborrachan en lo viejo. Es el sino de los tiempos afirma un amigo mio, es problema de la globalización, dice otro, e incluso del calentamiento de la tierra, de los nuevos hombres pájaros en incluso del Estado central y de Rajoy.

No lo se, la verdad, del mal gusto siempre son culpables los otros, nunca uno. A lo mejor es culpa  miá por no ser ciego y tener todos los instintos en pleno uso de mis facultades, incluido el olfato. Pero pronto llega Septiembre, y la ciudad recupera ese pulso reposado de los que duermen la siesta, los días se acortan tanto como mis ambiciones y las calles atestadas de turistas precipitados por divertirse mucho y barato se quedan vaciás. Los hosteleros contentos de su buen verano sacaran sus estadísticas anuales, los cocineros 3 estrellas Michelín se frotaran las manos con los beneficios de toda la chapa que dan durante el año acerca de ese invento de la nouvelle cuisine, y que no es mas que comer poco ,pagar mucho, eso si,  todo bien presentado .Llegaran las regatas, el Festival de Cine y entraremos en el otoño con esa sensación baldía del tiempo perdido para mal. Soñaremos con el próximo verano durante todo el invierno y juraremos hacer todas aquellas cosas de la infancia que tanto nos gustaban, nadar, bucear, correr por la playa, juntar deseos sentados en el muro de la antigua playa de Gros, bañarnos cuando la bandera estaba roja y por la noche ver aquellos fuegos artificiales de color naranja que quedaron grabados en mi memoria como los mejores del mundo.

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Un recorrido a lo largo de la fotografía, el cine y la moda visto por el fotógrafo donostiarra Pedro Usabiaga

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