28 de agosto, 20 horas
«¿Ama? Hola, te llamo para decirte que ya ha nacido el niño. Sí, estamos bien los dos. Bueno, yo estoy bien, él sometido a tortura. Sí ama, he dicho tortura. Pues porque la matrona se ha empeñado en meterme al niño en la cama, aquí acurrucadito junto a mi pecho, debajo del brazo. Dice que me tiene que reconocer por el olor. ¿Cómo que dónde está el problema? ¡Hace 30 grados, he estado 12 horas de parto, y no me dejan ducharme porque todavía tengo las piernas dormidas por la epidural! ¡Mi hijo no me va a reconocer por el olor, me va a confundir con Falete después de dos horas de elíptica! No, él no llora, aquí el único que llora es mi marido. ¿Y yo que se por qué? Dice que es de la emoción, pero yo creo que piensa que estoy asfixiando al niño. ¡Claro que no lo puedo dejar en la cuna ama! ¿Y si se siente abandonado y cree que no lo quiero? A ver si le va a pasar como a Gila y luego va contando por ahí que cuando nació su madre no estaba. Sí, es muy bonito, tiene mucho pelo, ha pesado tres kilos y tiene unas manitas súper graciosas. La nariz la tiene como la Esteban, un poco torcida para un lado, pero es por el parto y me han dicho que se corrige. ¡Es precioso ama! Ahora está dormidito, claro, lo tengo narcotizado con esta peste. Sí, por favor, sube rápido. Y no te olvides de meter una esponja».
29 de agosto, 14.30 horas
«Toc, toc… ¿se puede? ¡Hola hermana! Qué buena cara te veo, no tienes tan mala pinta como me dijo anoche la ama. Sí, jaja, comentó que parecías parte del reparto de ‘Walking dead’, pero en versión histérica. ¡Claro que no boba! Como mucho pareces la versión joven de la loca de los gatos de los Simpson, pero eso se arregla en cuanto te pongas bien el camisón y te peines. A ver mi sobrinito… No, no, cógelo tú, que me da miedo que se rompa. Espera que te ayudo a levantarte. ¡Coñoooo! ¿Pero es que te han dejado otro ahí dentro?»
30 de agosto, 12.30 horas
«¿Cómo que qué hago con esto, hija? Vergüenza ninguna. ¿No dices que pobrecito niño, que le ha tocado la peor mamá de todas y que no va a saber donde meterse cuando lo lleves al colegio? Pues aquí tienes: la Jolie en cartón pluma a tamaño real. Es guapísima y no suda, ni se despeina, ni tiene ojeras, ni engorda… anda, sal de la cama que meta el chisme este con el niño, a ver si la prefiere a ella. Ni mamá por favor que estás dando el espectáculo, ni nada. Quita de ahí.
– La nueva ‘amoñi’ trajina durante un rato para meter una reproducción de Angelina Jolie en Tomb Rider, entre las sábanas. La silueta mide metro setenta, unos veinte centímetros más que ella –
¿Es eso una sonrisa? ¡Por fín hija, qué alegría verte reír! ¡ya creía que iba a tener que hacer el ridículo! ¿Pues de dónde voy a sacar a la Jolie cariño? Del videoclub. Me he pasado y le he dicho a la dependienta que me la prestara, que tengo una hija recién parida que lleva 48 horas sin dormir y que en medio del delirio hormonal le ha dado por preocuparse por su físico. ¡A buenas horas! ¡Si nunca has sido precisamente la Bündchen! La verdad es que le ha hecho gracia, así que nada, me he traído a la muchacha esta en el autobús. No, no soy la mejor amatxo del mundo cariño, es sólo que el bienestar de un hijo siempre está por delante de lo que una siente. Sí, a ti también te va a pasar. Despídete porque este ha sido tu último ataque de ombliguismo, el resto de conducta egocéntrica que tenías se fue con la placenta. Yo también te quiero tonta, ven aquí que te de un abrazo. Que noooo, que no te aprieto el pecho».