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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

¿Tienen algo que ver el Goierri y la Champions?

La Agenda Portátil, hoy botella de un náufrago aislado

 
Respuesta: no. Pero al menos con ese título usted
ha llegado hasta aquí.
Cuando lea esto espero estar en una isla, pero no
aislado. Esta semana es un tiempo extraño entre los días santos y el regreso a
la normalidad, que esta vez será anormalidad porque la campañaelectoral aguarda
a la vuelta de la esquina. El mundo vive entre un Madrid-Barça y un Barça-Madrid
(voilà la Champions) y nuestro pequeño mundo, entre el derbi de la catedral y la
visita blaugrana a Aperri Kita Las Pistas Stadium.

A la sombra del
Txindoki

Soy guipuzcoano de costa: para mí hay tres itinerarios iniciáticos
que lo mismo sirven para reconciliarme con la vida que para practicar un examen
de conciencia con los pies en el agua: ir de punta a punta de la playa de
Hendaya en bajamar (¿alguien va a discutir que la playa de Hendaya es
‘guipuzcoana’?), la misma operación en la playa de Zarautz y (ñoñostiarrismo
obliga) del Tenis al Náutico por la orilla de la bahía donostiarra. En esos
paseos uno hace revisión de los pecados y propósito de la enmienda. Son
invitaciones a la vitalidad.

Pero de vez en cuando me llevan p’ adentro y me
reengancho a eso que llamamos ‘Gipuzkoa profunda’. El otro día un grupo de
gentes extraordinarias me llevaron por el Goierri entre el dominguerismo y el
buenrollismo. Expusimos nuestras almas a las suaves brisas de Larraitz, paseamos
hasta Abaltzisketa por caminos que ha domesticado la Diputación y comimos en una
sociedad de Zaldibia donde la amistad era aún más sabrosa que los pollos de
caserío.
El paraíso también era esto. Como tomar un gin tonic en el Zubi
Ondo de Zaldibia, probablemente uno de los restaurantes más antiguos de
Gipuzkoa: un siglo largo de historia encierra en sus muros. Cuatro generaciones
de la misma familia conviven en ese caserío que es historia y futuro de esta
esquina del mundo. Feliz esquina.

Novela rosa, novela negra

El paraíso
también puede estar en un libro, aunque no es el caso: leo ‘Los enamoramientos’,
la nueva novela de Javier Marías, y experimento un cóctel de sentimientos que
sólo este autor producer: en una misma página es capaz de deslumbrarte y
crisparte.

Es una buena historia de amores viejos y nuevos en la que el autor
te atrapa, como en los grandes novelones, y a veces exaspera con su prosa
torrencial. Sus frases largas y repetitivas hipnotizan. Aún no sé si ‘Los
enamoramientos’ me ha gustado: lo que sí se es que ha ocupado intensamente mis
últimos días. Marías no deja a nadie indiferente.

 Julian Sánchez no es
Marías: es un personaje también novelesco que el lunes presenta libro en
Donostia. Sánchez fue árbitro de baloncesto, trabaja en un laboratorio
farmaceutico, nació en Barcelona y reside en San Sebastián. Hace un par de años
publicó su primera novela, ‘El anticuario’, una historia de intriga entre sus
dos ciudades (de La Concha al barrio gótivo barcelonés) y encontró la mejor
respuesta del público.

Ahora lanza la segunda, ‘La voz de los muertos’,
ambientada en la ciudad condal y protagonizada por un extraño policía. Aún la
estoy leyendo. El lunes la presentamos en el Ayuntamiento. De momento los
crímenes de Sánchez me acompañan bajo las palmeras y también atrapan: el
‘thriller’ funciona.

A Zamora en una hora

Esta semana hemos celebrado el
treinta aniversario del gol de Zamora entre la nostalgia y la esperanza de
revivir un día aquellas glorias. El otro día mis compañeros de Teledonosti
Estrella Vallejo e Iñaki Ugartemendia vivieron una anécdota que ilustra sobre lo
pequeño que es nuestro balneario. Salieron a la calle para preguntar a los
viandantes dónde y cómo habían vivido aquel gol… y se encontraron con el
propio Zamora. El futbolista se prestó al juego y recordó que él vivió el gol en
el Molinón. Claro…
Hace unas semanas hablamos aquí de ese gol y recibimos
un comentario de un lector norteamericano que es también una pequeña novela
sobre el gol y aquella Donostia. Ahí va…

«Soy un
americano amante de Donosti que recuerdo dónde estaba cuando Oswald mato a
Kennedy, pero más recuerdo dónde estaba cuando Zamora marcó el Gol: en un quinto
piso del portal 18 de la calle Iparraguirre, con la ventana abierta y el oído
pegado al transistor. Cuando marcó Zamora sentí algo  que jamás había
vivido: una ciudad entera saltar de alegría».

Y sigue el lector: «Había
empezado a ir a Atocha ese año, presenciando los partidos en esa esquina rara
del campo de las entradas baratas. Para mi desgracia fue en esos partidos donde
empecé a fumar (Ducados, por supuesto). Recuerdo el reportaje de celebración de
la victoria en TVE en el Juan Sebastián Bar con  Jesús Surio, que antes
habia sido maitre del añorado Drugstore de la calle Fuenterrabia y despues puso
el bar con ese decorado y música acordes con el juego Bach/bar».

Concluye el
lector: «La útima vez que estuve en Donosti (en 2007) dije que no volvería hasta
estar la Real otra vez en Primera. Supongo que ya es hora de que vuelva, ¿no?».
Pues sí.

 

P.d. Mis amigos del Lagun Aro ya han sellado su
permanencia en la ACB otro años más. No sé si valoramos suficientemente que un
club pequeño de un territorio pequeño siga peleando en la élite año tras año
pese a las dificultades. Zorionak, GBC!

Temas

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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