Yo no entiendo de fútbol, pero algo he aprendido sobre seres humanos tras muchos años de Tribulete. Y puedo afirmar hoy, a esta hora de madrugada en la que escribo, que Martín Lasarte es un gran tipo. Un gran tipo al que acaban de destituir, o lo que sea, como entrenador de la Real.
Llegó hace dos años a un club desorientado, poblado por una afición despistada y capillas de malos rollos. No sabíamos casi nada de él: que habia sido jugador, que era uruguayo, que su padre había sido el practicante de Andoain. Pero supo expulsar los fantasmas y enseñar a los jugadores y a la parroquia que soñar era posible. Lo conseguimos: la Real volvió a Primera.
Fue un gran psicólogo que supo motivar no sólo a la plantilla, sino a los guipuzcoanos. Ahora dicen que sí, que servía como motivador pero no como entrenador de esos que dibujan en la pizarra un 4-4-2, cuando todos sabemos que los entrenadores que funcionan son los que motivan, no los que saben tanto de tácticas que acaban mareando a los jugadores.
Este año ha sido duro. La Real empezó a ganar y todos nos ilusionamos con Europa y otros retos. El fue de los pocos que mantuvo los pies en el suelo. Después llegaron la mala racha, los nervios y nuestro fatalismo local característico: los Don Pésimo nos situaban ya en Segunda.
Al final ha habido ‘happy end’ para el equipo, pero no para Lasarte. Lo echan. Quizás en el fútbol los ciclos son tan cortos que no hay otro remedio. Hasta San Guardiola quizás haría mejor ahora si se va del Barça, en los años dorados, porque lo único que le puede pasar ya es que comience la cuesta abajo. Puto fútbol.
Echan a Lasarte, un gentleman que nos ha dado unas cuantas lecciones, quizás más fuera que dentro de la cancha. Cuando la Real subió a Primera, el año pasado, pronunció palabras que deberían figurar en el frontispicio de la Diputación: “Si se unen y creen en sus sueños pueden acometer todos los retos”, nos dijo. El ha sido la primera víctima de las pesadillas.
Es cinéfilo, quiso ser arquitecto y le gusta leer. Habla bien, es educado, siempre equilibrado… no parece de este mundo del fútbol.
Lasarte es la primera víctima del 22-M. Gipuzkoa busca diputado general, Donostia busca alcalde y la Real entrenador. Escribo a las dos de la mañana después de vivir un intenso debate postelectoral en la teletxikita y recibir decenas de mensajes de solidaridad con Lasarte. A esta hora no se me ocurre otra cosa que gritar un Gora Martin Lasarte. Quizás suene cursi, pero es lo que me pide el cuerpo. Fue un placer conocerle, caballero. Que la vida le trate como merece… y la Real acierte. Porque nosotros nos quedamos.