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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

Príncipe busca casa en Donostia


Vuelve La Agenda Portátil / El heredero rinde homenaje a San Sebastián en público y en privado / Los ‘apartes’ de la ministra Garmendia y Garitano / Ripstein, entre Mourinho y el Belloch anti-2016

El lunes hablé con el príncipe Felipe pero no les puedo contar qué me dijo. Se siente. También hablé con Martin Garitano, que no pertenece a la realeza pero sí al poder real, y tampoco puedo revelar qué me contó. Se siente, otra vez.

Fue en la inauguración del Basque Culinary Center. Yo me sentía como Jaime Peñafiel en ‘Blade Runner’ o como un replicante en el ‘Hola’. O sea, perdido. Por un lado, los Príncipes de Asturias con su séquito; como escenario, esta universidad que trae la modernidad a los fogones.

En medio del copetín  postinaugural una mano amiga me llevó hasta el Príncipe. «Hola». Dice el protocolo que no se puede contar la conversación. Pero digamos que Felipe de Borbón está enganchado a esta ciudad por motivos familiares (su padre vivió aquí algunos de los mejores años de su vida, por no remontarnos a más antepasados), sentimentales (a San Sebastián vino con Letizia en la luna de miel) y hasta estéticas: «Es la ciudad más bonita de España», repite.

Digamos más: uno de esos entusiastas que siempre aparece en las conversaciones con copetín pudo lanzarle aquello de «debería veranear usted en San Sebastián», y digamos que el príncipe pudo responder con un «encantado lo haría». Aunque ahora no tiene casa: el pueblo tomó hace años el palacio de invierno (Miramar) y Aiete es hoy casa de la paz, de los mediadores y de los cursillos de los vecinos.

¿Principe busca casa en Donostia? Aunque las autoridades de Bildu no fueron al besamanos, Felipe está con ganas de volver. Al menos, de visita.

Con la princesa no hablé: la monopolizó su amigo Arzak, primero, y Mikel Ubarretxena después. El análisis político me lo hizo una de las observadoras camareras del cóctel. «¡Está muy guapa, pero demasiado delgada!». Pues eso.

La ministra de Oro y el diputado
 
La que reinaba feliz en el Basque Culinary Center es la ministra Cristina Garmendia. Ella estuvo en la inauguracion real/principesca de la mañana  y en la inauguración real/cocinera de la tarde. El BCC existe en gran parte gracias a ella. Y la ministra no se detiene ahí: ¡esta mujer está haciendo méritos para lograr un segundo Tambor de Oro!

Ahora, antes de dejar el gobierno, Garmendia quiere desbloquear la puesta en marcha en San Sebastián del centro de investigación sobre el envejecimiento y el alzheimer. Y aprovechó el cóctel del BCC para activarlo: un Richelieu guipuzcoano propició un discreto encuentro sobre la cuestión entre la ministra y Garitano. Los bildus, ahora, parecen creer en el tema.

En otra de esas conversaciones inaugurales que no se pueden contar Martin Garitano lamentaba que en la nueva situación política está quedando como «el malo de la película». Y frente a quienes dicen que Gipuzkoa está «cerrada por reflexión», Garitano asegura que esto se mueve.

La dieta Dukan de los despachos

En Gipuzkoa la crisis gorda, esa que padecen en todos los lados, coincide con el cambio de siglas en las instituciones y la dieta de ‘realpolitik’ que parecen propugnar Bildu. Es, por así decir, como si se superpusieran la dieta Dukan y la dieta de la alcachofa.

Hay efectos de la dieta por los que pocos llorarán, como esa ampliación del puerto de Pasaia que quedará congelada como el cuerpo de Walt Disney, a la espera de una resurrección en un tiempo mejor. Y hay necesidades acuciantes, como qué hacer con las basuras, que sumergirán en una cura de realidad al gobierno foral.

Decía el italiano Giulio Andreotti que el poder desgasta, sí, «pero más desgasta la oposición». Los gestores de Bildu no estarán tan seguros: quizás hubiesen preferido que los pactos les dejaran fuera del poder y pasar así cuatro años quejándose de que les habían robado el mando. Les ha tocado gobernar y tras meses de reflexión llega la hora de tomar decisiones, y eso siempre supone pisar callos. «El hombre está condenado a elegir», sentenció Sartre. En eso están.

(Qué gran espectáculo, en ese sentido, el pleno municipal de Donostia retransmitido en ‘prime time’ por Teledonosti. El  jatorrismo ilustrado del equipo del alcalde Juan Karlos Izagirre pretende seguir con el toreo de salón, pero el toro ya está en la plaza. Y perdón por la metáfora. O empiezan la faena o les arrollan los miuras).

La ‘rajada’ de Arturo Ripstein

La bronca más hermosa del Festival de Cine  llegó después del cierre. El mexicano Arturo Ripstein es un gran director, pero un fatal perdedor.  Su pataleta post-palmarés está en la estela del estilo Mourinho, o del Belloch que después de ver cómo Zaragoza perdía la carrera hacia el 2016 culpaba a los árbitros del fracaso.

A lo de Ripstein, en términos deportivos, se le llama «rajada». Después de pelear por la Concha de Oro y salir  sin premio se despachó en ‘Gara’ con una entrevista en la que ponía a parir al jurado del Zinemaldia y al propio Rebordinos. «Es ahora un Festival subnormal», diagnosticó con finura.

Cuando presentó la película en San Sebastián, Ripstein dijo que guarda en casa las dos Conchas de Oro que ganó aquí en el pasado. «De vez en cuando las toco, soy fetichista», dijo. ¿Qué tocará ahora?

De haber realizado las declaraciones antes del palmarés, el debate hubiese sido interesante. Dichas después, suenan a excusas de mal perdedor. ¿También busca Ripstein casa en Donostia? No parece.

mezquiaga@diariovasco.com

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Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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