La Agenda Portátil / La propuesta de dar el Tambor a la Behobia no es mala / La película no filmada de Antxon Eceiza / Los nuevos chefs vascos triunfan en el mundo
Mañana votamos. En España el nombre del ganador parece ya cantado, pero en el País Vasco y en Gipuzkoa el resultado está más abierto: aquí seguimos teniendo nuestro ‘hecho diferencial’. Nunca nos aburrimos.
Hoy, jornada de reflexión, podemos ir pensando en otras votaciones más sentimentales.
La carrera que llena hoteles y transmite valores
¿Por qué nos pone tanto a los donostiarras el Tambor de Oro? Se creó como un premio más «turístico» que otra cosa, pero en el imaginario popular se ha convertido en un galardón de platino, con mayor repercusión interna que la Medalla de Oro de la ciudad, supuestamente la mayor distinción de Donostia.
Cada año, cuando se acerca la fiesta de San Sebastián, saltan las quinielas para el Oscar del donostiarrismo. Esta vez hemos visto algunas propuestas realmente originales: una votación popular en la web donostiarra enterat.com propone al Tambor a… ¡Odón Elorza! Sería un caso único de cómo pasar de entregador del premio a recibidor en un sólo año. Y no parece que el juego político municipal esté por la labor.
La propuesta más sólida hasta la fecha es dar el Tambor a la prueba atlética Behobia-San Sebastián. Comenzó con una plataforma en Facebook y parece suscitar consensos en el seno de San Sebastián Turismo, entidad que propone el premio al Ayuntamiento.
No es mala propuesta: la Behobia es popular donde las haya, con sus 20.000 atletas. Se ha convertido en una atracción turística que abarrota de viajeros la ciudad, hasta el punto de que muchos hoteles colocan precios de temporada alta ese fin de semana. Quien paseara por Donostia los pasados sábado y domingo encontraría tropas de catalanes y franceses atraídos por la prueba. Y se supone que la carrera defiende valores de deporte y solidaridad.
Pero en la candidatura de la Behobia hay un rasgo esencial: sería un Tambor de Oro de consenso, por encima de las rivalidades políticas. En un Ayuntamiento tan fragmentado y en un País Vasco que sigue siendo un rompecabezas, la Behobia es un denominador común entre todas las sensibilidades.
¿Por qué no dar entonces el Tambor de Oro al Festival de Cine o a la Tamborrada?, objetan los críticos. Está claro que siempre se pueden buscar decenas de pies al gato. Y estoy dispuesto a que me convenzan con un Tambor mejor. Pero el de la Behobia no es malo. Y lo que peor sería que la falta de acuerdo dejara el Tambor desierto, como si esta ciudad no tuviera quien la quiera.
(Gente de la música defiende la candidatura de Pedro San Martín, el guitarrista de La Buena Vida fallecido en accidente hace unos meses. Conocí y aprecié a la persona, me gusta su música y pienso que Donostia debe rendir tributo a Pedro. Pero quizás no mediante un Tambor).
Rodando con Antxon Eceiza (agur, Tovarich)
Esta semana ha muerto el cineasta Antxon Eceiza. Fue un creador de obra no demasiada larga pero amplia influencia.Quizás le faltó rodar el filme que hubiese sido su película más redonda: su propia biografía, que es en buena parte la historia de este país. Habría sido un docu-drama aderezado con el humor de su fina ironía, aunque Eceiza siempre prefirió poner el humor en la vida y llevar a la obra un sentimiento de la existencia más trágico que otra cosa.
Donostiarra, fundador de cine-clubes, militante primerizo del cine cuando nadie sabía aún aquí qué era eso, animador del Festival… Eceiza ha hecho de todo. Aguantó con su proverbial humor los palos recibidos en años de responsabilidad en el Festival, y mantuvo la mirada irónica hasta los momentos finales: en el última Zinemaldi, cuando su salud estaba ya quebrada, saludaba por el puente del Kursaal con el gesto amable de siempre.
Nunca le vi tan feliz como en un rodaje. En 1989, cuando rodaba ‘Días de humo’ en San Sebastián, Eceiza era el hombre más feliz del mundo. Recuerdo una jornada de rodaje en el hotel Niza, con una joven Elene Lizarralde y un veterano Pedro Armendariz ante la cámara. Eceiza dirigía de manera discreta, sin gritos ni aspavientos, con su sempiterno espíritu de ‘gentleman’ donostiarra cruzado con el ‘gauchiste’ revolucionario que siempre fue. Agur, Tovarich.
Un mapamundi de los cocineros vascos
Desde mañana el mundo de la cocina viene a San Sebastian Gastronomika, pero antes la cocina vasca ha salido al mundo. Podría hacerse un mapamundi, como en el chiste, con las andanzas de nuestros chefs por ahí fuera.
Lo de los clásicos ya no es noticia. Andoni Luis Aduriz viene de una original experiencia en Seattle, Juan Mari Arzak ha estado por el extremo oriente y Martin Berasategui prepara la apertura de nuevos proyectos en el Caribe mexicano y dominicano.
Pero también la siguiente generación se mueve: Rubén Trincado acaba de triunfar en Taipei, en China, con su cocina, Ixak Salaberria imparte ahora mismo lecciones en San Petersburgo y Edorta Lamo, de A Fuego Negro, ha dado en Los Angeles buena muestra de su oficio. Y me dejo alguno.
P.d. Otro que no para es el Illarra, convertido en restaurante del ‘show bussinnes’. Por ahí han pasado estos días Amaral (que dedicó canción en el Kursaal a Josean Eizmendi) o Dani Martín tras su concierto en el auditorio.