Quizás sea cierto que somos un país demasiado pequeño para contar con dos orquestas sinfónicas. Y seguro que conviene reflexionar sobre las duplicidades que gozamos y sufrimos en un lugar donde solo vivimos dos millones de personas.
Pero lo que no vale es hacer trampas. Cuando el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, habla de «racionalizar» la gestión de las orquestas, lo que está diciendo es que haya solo una y con sede en Bilbao. De momento no lo ha enunciado en público, pero quienes han escuchado estos días en voz baja a los prebostes forales vizcaínos aseguran que en el botxo dan por supuesto que la idea de una sinfónica unificada solo valdrá si la sede se queda allí.
¿El ‘derbi’ cultural otra vez? Sí. ¡Qué pereza!
La experiencia nos dice que cuando al otro lado de la autopista se pronuncia la palabra «racionalizar» un guipuzcoano debe echarse a temblar. Y si se queja, lo tacharán de provinciano, localista y falto de visión de país. ¿La ‘visión de país’ no podían tenerla de vez en cuando los Bilbaos?
Ya siento volver a este clásico. Empecemos por el principio, como si esto fuera una reunión de ‘alcohólicos anónimos’: yo fui feliz cuando estudiaba en Bilbao, admiro la pujanza de esa ciudad y sus gentes, me escapo hasta allí siempre que puedo para huir del balneario donostiarra y admito que, por tamaño, es lo más parecido a metrópoli que tenemos en el paisito.
Pero también es cierto que parte de la clase política vizcaína, y su foralidad, tiende a pensar que Euskadi termina en San Mamés.Y que los proyectos ahí «lógicos» son «faraónicos» cien kilómetros más acá.
En fin. He contado muchas veces cómo altos cargos del Gobierno Vasco trataban de convencerme hace años del «gasto inútil» que era el Kursaal «cuando a una hora hay otro palacio de congresos como el Euskalduna». La realidad ha demostrado que había sitio para los dos.
Me cuentan quienes saben que la «fusión» de las dos orquestas volverá a quedar en nada. En el PNV guipuzcoano y en la consejería de Educación y Cultura se quiere apagar un fuego imprevisto que solo levanta ampollas: el tímido ahorro de la fusión no compensa desenterrar el hacha de los agravios territoriales. Lo ha reiterado hasta Urkullu.
Ramón Labayen sentenció hace unos días desde la libertad de sus años: «Es una idea desastrosa». Y Eneko Goia, portavoz del PNV en Donostia, remachó en Twitter: «Completamente de acuerdo». Con Labayen, no con Bilbao.
La sinfonía es vieja. Lo que faltaba era un virrey vizcaíno apellidado Bilbao. Valga la redundancia.