El recordado José Antonio Labordeta llevaba «un país en la mochila» y yo en mis paseos construyo «una ciudad en zapatillas». Donostia es pequeña, pero no deja de sorprender. El otro día la caminata por el estupendo bosque de Miramon me llevó hasta la calle Paraíso de Aiete. Qué maravilla: Paraiso Kalea. Ya sabíamos que el paraíso está en San Sebastián… ¡pero yo desconocía que fuese una calle! Es una arteria corta, de villas y árboles, que termina junto al reconstruido caserío Katxola, convertido precisamente ahora en ‘puerta de entrada’ al parque de Miramon.
Me gusta vivir en una ciudad que tiene calles dedicadas a territorios de ficción como Macondo u Obaba (ahí queda la mano de Ramon Etxezarreta en sus años de edil) y también al paraíso. ¿Pero por qué se llama paraíso?
Pregunté primero a Javier María Sada, el sabio de nuestra historia. «Paraíso era el nombre de un caserío que en 1862 figuraba con el número 56 en las casas pertenecientes al barrio de Amara, y que actualmente existe como casa de viviendas. Se aprobó el nombre de la calle el 19 febrero de 1996», responde.
Y recurrí después al sabio de Aiete, Félix Perez, de la hiperactiva asociación Lantxabe. Me cuenta que esa zona de villas se construyó a finales de los 90, en un área donde existían caseríos emblemáticos como Erramunene, donde se hospedada el gran campeón Miguel Gallastegui. Ahí estaba también la casa Paraíso, una vivienda que alojaba a tres familias y que quizás se llamaba así «por el lugar tan singular y hermoso que ocupaba», aventura Félix Pérez. «Allí vivió Ramón Martiarena, que trabajaba en una serrería», rememora. Y el Ayuntamiento, que recurre habitualmente al topónimo o el nombre de viejos caseríos, llamó Paraíso a la calle en recuerdo de la que casa.
Esa es la historia, que publiqué en papel el sábado. Me preguntaba entonces si los primeros moradores de la casa podrían explicar por qué eligieron el nombre de Paraíso. Y recibí un correo de Joseba Arzelus Iriarte con más datos, obtenidos de su madre, Maria Pilar Iriarte. Su familia vivió en el caserío Paraíso desde el año 1935 o 36 hasta la década de los 70.
Me permito reproducir algunos fragmentos de su correo para compartir con los lectores la búsqueda del paraíso donostiarra. “Mis abuelos, Pedro Iriarte y Francisca Asteasu, y sus hijos se trasladaron desde Trintxerpe a Aiete al comienzo de la Guerra Civil”, dice la carta. “Pedro buscaba un caserío para vivir y dedicarse al ganado, ya que su padre era tratante. Contactaron con la familia Goya y arrendaron el caserío Paraíso al matrimonio compuesto por Eugenio Zatarain y Juanita Goya, que por aquel entonces regentaba el Hotel Euskalduna de la calle Easo. A la llegada de mis abuelos y familia, el caserío, que constaba de tres viviendas, estaba deshabitado y bastante abandonado, pero había funcionado como merendero y sidrería. El lagar seguía funcionando, así que mis abuelos pusieron en marcha de nuevo el merendero y servían sidra a los clientes“.
Sigo con el correo. “Más adelante ocuparon las otras dos viviendas las familias de Ignacio Zabala y Alejandro Otxoteko. Más tarde en el lugar de el merendero se habilitó otra vivienda, a la que llegó Ramón Martiarena, ya citado en su artículo, que era carpintero y fabricaba cajas de pescado. Los últimos moradores que conoce mi madre son la la familia de Ramón”. La familia de éste sigue viviendo en Aiete, en una casa que al parecer también se llama Paraíso, en la calle Juan A. Barriola, “y que según mi madre está construida en lo que eran los terrenos de el caserío”.
Pero la madre de mi comunicante no recuerda si cuando llegó al caserío éste ya se llamaba Paraíso, ni el posible origen del nombre. Así que la historia sigue abierta. En busca del pequeño paraíso dentro de ese gran paraíso que es Donostia… aunque a veces nos parece el infierno. O al menos, el purgatorio…Resulta, en cualquier caso, que el paraíso es solo una calle…
(En la foto de arriba, de Google Maps, una vista aérea de la calle. En la inferior, detalle de una de las placas).