Ricardo Darín no es Julia Roberts. Esa es la virtud del argentino, pero también su problema. O el nuestro. Cuando Julia Roberts llegó a San Sebastián parecía aterrizar desde la misma pantalla, glamurosa y lejana, con caprichos de estrella. Su ceremonia del premio Donostia empezó tarde porque se negaba a bajar por la escalera del escenario con sus taconazos. Darín, sin embargo, es uno de los nuestros. No solo porque llevamos años admirando su trabajo, sino porque ha venido tantas veces a la ciudad que ya parece un donostiarra a tiempo parcial.
Su ‘glamour’ reside en su talento, no en los centímetros de tacón. Nadie discute su Donostia porque pocos intérpretes lo tendrán tan justificado por su valía, pero habrá que inventar alguna historia frívola para dar ‘salsa’ a su galardón. El Festival no es la academia sueca y el Donostia no es el Nobel: se busca talento, pero también color; ‘Cahiers du cinema’, sí, pero también material para las crónicas de los Truman Capote de provincias.
Queremos tanto a Darín… De ‘El hijo de la novia’ a ‘El secreto de sus ojos’, de ‘Relatos salvajes’ a ‘Truman’, sus mejores interpretaciones han pasado por el Festival. Y quienes le hemos tratado en la distancia corta conocimos encantados al personaje ‘normal’, la antiestrella.
Darín trazó su propia mapa personal de San Sebastián. En el viejo Branka aún recuerdan cuando el actor llegaba en bici por el bidegorri para probar el pescado del día (en la foto de Arizmendi, la prueba). En el Orbela de la Parte Vieja Darín habilitó su cuarto de estar. Y el Ganbara era ‘home, sweet home’.
El año que el argentino vino a presentar ‘Truman’ paseaba por Donostia con un perro descendiente del que salía en el filme. La película le dio el premio al mejor actor, compartido con Javier Cámara, su compañero en ese mismo título. Recuerdo la noche de clausura en Miramar. Darín y Cámara recibían las felicitaciones en el jardín. Hubo un rato en que el argentino se quedó solo, mirando a la bahía, como un personaje de sus películas. Borja Sémper y yo nos acercamos a charlar y nos habló de esa doble y complicada condición de ser un actor premiado y famoso y, a la vez, del deseo de ser un tipo anónimo que en ese momento lo que más ansiaba era salir a pasear por la orilla bajo la luna.
Dice el alcalde Eneko Goia que «sabe muy bien» de la «relación especial» de Darín con Donostia. En septiembre volverá. Vendrá desde Madrid porque del 20 de septiembre al 22 de octubre está en los Teatros del Canal representando ‘Escenas de la vida conyugal’ en versión de Norma Aleandro. En el Kursaal presentará ‘La cordillera’, su nuevo filme, bien acogido en Cannes.
Este premio Donostia estaba cerrado desde hace meses, aunque se anunció la semana pasada. Aseguran que habrá al menos otro. Atentos.