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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

La historia secreta de un gladiador con perrito

La Agenda Portátil de hoy: La cara B de Tamudo, los recuerdos de quienes hicimos COU en Mundaiz hace treinta años y varios susedidos más.


Tranquilos: no voy a hablar de fútbol, sino de un señor discreto, prototipo del hombre-hecho-a-sí-mismo en versión catalana y que mete goles. Es, sin duda, el ser humano que más felicidad ha repartido en Gipuzkoa este mes. Se llama Raúl Tamudo, dicen que lleva un gladiador tatuado en su piel, cuentan que pide Cola-Cao en las discotecas y es donostiarra en ejercicio desde hace ocho meses. Pueden encontrarlo cualquier mediodía, con su pelo de Tintín, paseando a su perrito por Ondarreta.


Jugaba en el Espanyol, donde ejercía de protagonista principal, como un Robert de Niro convertido en símbolo. Pero desavenencias con el club le hicieron salir por la puerta de atrás. Y recaló en verano en la Real tras una comida en Rekondo con Martín Lasarte en la que surgió la química necesaria.


El ‘prota’venía a Donostia como estrella invitada, como esos viejos actores de Hollywood que terminan haciendo colaboraciones en películas  de  mediano presupuesto. Pero el azar, el tiempo y su oficio (además de la lesión de Joseba Llorente, claro) le han devuelto al puesto principal. Mete goles y Anoeta ya le ha inventado una canción. ¿Pero quién es este hombre de verdad? Llamo a mis ‘gargantas profundas’ de Barcelona y las gargantas responden.


Sus padres llegaron de Extremadura a Cataluña en los años 70. Su padre era albañil y su madre trabajaba en una fábrica. Vivían en Santa Coloma de Gramenet, un pueblo que creció recogiendo a la inmigración. Tamudo aprendió a jugar en la calle y en un campo de tierra donde ahora hay un Ikea. Con 14 años entró en la cantera del Espanyol. Ahí acabó convertido en símbolo hasta terminar, como un antihéroe, maltratado por los jefes pero aplaudido por la afición.


Es lo contrario de los cristianoronaldos. Huye de las fiestas con modelos y cada vez que firma un contrato recuerda lo muchó que curró su padre. En Donostia vive con su mujer y su perro. Me aseguran que en el brazo lleva tatuado un gladiador. «Simboliza lo que mi familia y yo somos: luchadores».


Hoy juega con la Real frente al Espanyol, en Barcelona. Si marca no celebrará el gol, por respeto a los aficionados de Barcelona. Ya lo celebraremos nosotros. Si lo ven por Ondarreta paren a saludarle: a sus 33 años parece de vuelta, pero aún le gusta el reconocimiento de la gente.


 


Volver al pupitre 30 años después


Si la peripecia vital de Tamudo es como una película de Capra con final feliz, un grupo de sesenta guipuzcoanos vivimos el sábado pasado un reencuentro con espíritu de tango y música de una canción de Serrat. ¿Qué cantábamos? Que treinta años no son nada (ya ves, Patxi Alberdi: uso tu título aunque quien cobre seré yo).


Hicimos COU en Mundaiz en 1981, hace tres décadas. Somos la generación del 63. Algunos llevábamos esos treinta años sin vernos. Y nos reencontramos, con más barrigas y menos pelo, en una ceremonia bañada de nostalgia que nos enseñó que tenemos en común muchas más cosas de las que nos separan.


Algunos son hoy jueces, otros taxistas. Hay periodistas y barrenderos, políticos y ex etarras, ingenieros y ertzainas. Fuimos a un colegio de clases medias del que salió una quinta plural en políticas y modos de vida. El reencuentro fue un ejercicio de tolerancia y buen rollo.


La crónica de esta generación es un documental que refleja la historia reciente del paisito. Pese a la manilla con que nos azotaba alguno de los frailes salimos sólo parcialmente tarados. De otros mantenemos buenos recuerdos. El ‘Ernesto’, entrañable Loquillo, nos inculcó el amor por la lectura. Gracias al ‘Muguruza’ sacamos un periódico donde nos forjamos armas algunos.


El otro día volvimos al cole. Ya es mixto, ya es bilingüe y hay pocos frailes. Nos sentamos en los pupitres y evocamos viejos recuerdos. La cita coincide con el 30 aniversario del 23-F: el golpe nos pilló en COU, sí. Pero en la comida del sábado no se habló del tejerazo, sino del ‘Platero’. Iba a escribir que él fue nuestro Tejero, pero treinta años después, preferimos recordar lo bueno.


Perdonen este ‘Cuéntame’. Prometí a los colegas que escribiría sobre el reencuentro. Estais más viejos, tíos, pero seguís siendo unos jatorras. O así.


 


P.d. 1 Y mañana, los Oscar. Mi candidata es ‘El discurso del rey’, aunque como escribió Borja Cobeaja, de tan correcta da un poco de pereza. El jueves tuvimos en el Príncipe el preestreno de ‘Los chicos están bien’, otra de las candidatas, y se ve con gusto. Juliane Moore, te queremos.


P.d. 2 ¿Por qué los hoteles despiertan tanto morbo? Me llueven preguntas por el reportaje sobre la revolución hotelera que llega a Donostia del domingo pasado. Un dato se quedó fuera: el Amara Plaza también lleva tiempo cambiando su piel, sin ruido pero con eficacia. Y acaba de renovar una suite donde todos los sueños son posibles. Así me lo anuncian.


P.d.3 También provocó conmoción el cierre del restaurante Urola. Pues bueno, me cuentan que ya hay ‘novios’ para ese local… y que incluso podrá reabrirse con su nombre, la marca ‘Urola’. Ojalá. Los clásicos siempre vuelven…


P.d.4 Gipuzkoa se promociona estos días en la feria turística de Valencia. ¿Quién estuvo ayer animando el stand con la mejor voluntad? Unai Emery, el entrenador del Bidasoa que dirige el banquillo ché. Otro ‘embajador’ vasco.


 

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Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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