No me gusta recomendar libros, ni películas, ni restaurantes, ni paseos: lo que gusta a uno aburre a otros. Y aún hay gente que me para por La Concha: «Compré la novela de la que escribiste: vaya brodrio». Ya lo siento. Me limito a contar momentos de disfrute ante unas líneas bien escritas, un filme redondo, un menú de fuste o una travesía feliz.
Pues bueno: he gozado con Cómo pudo pasarnos esto (crónica de una chica de los 60), las ‘memorias’ de la escritora, historiadora, editora, activista y perejil de tantas salsas Idoia Estornés Zubizarreta. La obra se presentó hace meses, pero es uno de esos libros que crecerán aún más con el tiempo: una visión valiente, original y divertida del último medio siglo de nuestro paisito.
Cuando pongo ‘paisito’ me escribe un lector que me acusa de «minusvalorar nuestra tierra». No: ‘paisito’ dicen los uruguayos de su país, ‘paisito’ empezó a llamar Pedro Ugarte al nuestro y ‘paisito’, con cariñosa ironía, lo llamo también yo. Idoia Estornés se refiere a esta tierra como Vascolandia. Dice que sus amigas la acusan de frivolizar, de considerar a Euskadi una Disneylandia, pero ella contesta que lo escribe por Finlandia, Islandia u otros modelos para tantas cosas.
Estornés nació en Chile, en una saga nacionalista exiliada. Luego vino al País Vasco de los 60, estudió en la Pamplona de la época, vivió el antifranquismo, viajó por Europa, se embarcó en el proyecto familiar de la enciclopedia Auñamendi, experimentó los desencantos de la post-transición…
Todo lo cuenta con rigor, con cierto humor, con conocimiento de causa y con mucha valentía, desde sus peripecias personales hasta la visión crítica de tantas cosas que nos han pasado, como el eterno lamento de los vascos («es que no nos entienden») o la tardanza en reaccionar ante una violencia que desde un principio se sabía que no acabaría en nada bueno…
Estornés mezcla con talento la pequeña historia cotidiana con la grande. Son casi 600 páginas… pero merecen la pena: da lástima que terminen.