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Mitxel Ezquiaga

¡Ke paren la rotativa!

El día que Muhammad Ali negó el saludo a Urtain ante 10.000 personas

Muhammad Ali ya había dicho que Urtain era “el mejor peso pesado europeo”, y hasta gritó que estaría encantado de “romperle la cara“. Pero luego, cuando llegó el momento de conocerle en persona, el antes llamado Cassius Clay no quiso saludar al ‘morrosko’. ¿Falta de interés o parte del show? Más bien lo segundo. Porque nada menos que 10.000 personas contemplaron la escena en directo. Vamos a explicarlo…

Fue en Barcelona, en agosto de 1972, y una de las crónicas que dan cuenta del suceso la escribió en la revista Triunfo nada menos que Manuel Vázquez Montalbán, bajo el seudónimo Luis Dávila, uno de los múltiples nombres que utilizaba el escritor en su fecunda actividad periodística. Ali fue a capital catalana para protagonizar un combate de exhibición frente al argentino Goyo Peralta. El púgil de Louisville vivía un momento dorado y el público llenó la plaza de toros Monumental para presenciar la pelea. Cuentan las crónicas que el norteamericano recibió un millón de pesetas por la velada, gastos aparte, y que llegó como una estrella, acompañado de familia y amigos, hasta el punto de que pidió doce coches para moverse por la ciudad.

A Ali le pedían espectáculo y lo dio. En la rueda de prensa de la víspera se mostró histriónico (“¿dónde está ese Peralta, que lo mato aquí mismo?”), fue cuando habló de Urtain (“he oído hablar mucho de él”), protagonizó un público pesaje oficial en la galería Jorba Preciados y al fin llegó la cita de la Monumental.

Para recibirle subieron al cuadrilátero las grandes glorias del boxeo español. Ali dio la mano a todos, pero cuando apareció Jose Manuel Ibar ‘Urtain’ el nortamericano se negó. Urtain insistió y Muhammad Ali hasta hizo amago de propinarle un cachete. Hubo una pequeña trifulca en el ring, como prueba la extraordinaria foto de esa noche que acompaña estas líneas, y que reproducimos con su aire de teletipo histórico. Buena parte de los espectadores, incluido Montalbán, sospecha que fue más voluntad de show que otra cosa, tal como uno puede imaginar al ver el rostro sonriente del propio Urtain. Solo Ali parece tomarse en serio la escena. La pelea con Peralta era de exhibición y terminó, tras ocho asaltos, sin ganador.

Muhammad Ali viviría después grandes noches, como su mítico combate contra Foreman en Kinshasa, en 1974, y Urtain experimentó el triunfo, la fama, la polémica y, muchos años después, su triste final, en 1992, cuando se precipitó desde una ventana en lo que todo el mundo consideró un suicidio.

Ali ha muerto ahora como una leyenda. Urtain, después de fallecer, también originó en su modestia un buen puñado de historias literarias, incluido el fascinante y premiado montaje teatral de la compañía Animalario. Aquella noche de Barcelona fue solo una anécdota menor en sus vidas, pero deja un titular que bien podría haber firmado el propio Vázquez Montalbán: el día que Muhammad Ali negó el saludo a Urtain.

 

 

La vida, nada más

Sobre el autor

Curioso. Periodista de El Diario Vasco. Presento 'Keridos Monstruos' en Teledonosti. Ñoñostiarra, ma non troppo: hay vida más allá de la barandilla. O así


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