Se plantó en Chile siete meses después de parar en seco su carrera y llegó a las finales en individual y dobles. Continuó su camino en Buenos Aires logrando el título en un torneo de cuarta categoría y dos semanas más tarde arrasó sobre la tierra de Acapulco sin ceder un solo set en cinco encuentros y concediendo solo dos juegos en la final a David Ferrer. Los rumores apuntaban que se saltaría los dos primeros Masters 1000 de la temporada en Indian Wells y Miami. “Necesita parar”, decían. Insensatos. Cuando un avión despega, no se detiene hasta llegar a su destino final y el despegue de Rafael Nadal en este inicio de campaña no recomendaba una parada tan pronunciada tras coger velocidad crucero en la gira americana sobre tierra.
Su objetivo era probarse contra los mejores, probarse sobre una superficie diferente al polvo de ladrillo, y en tercer lugar volver a colarse entre los cuatro mejores del mundo. Y Nadal ha levantado esas tres bolas de partido. En Indian Wells se ha vuelto a ver la versión del Nadal depredador. Se ha mostrado físicamente superior al resto, con confianza en su juego y con capacidad para sobreponerse a situaciones adversas. Hemos vuelto a contemplar al martillo pilón que se sabe todos los trucos para incomodar al jugador rival, ese que coloca la bola 50 centímetros más arriba en el revés de Federer, ese que sabe que a Del Potro no hay que jugarle más de dos bolas seguidas a la derecha, o ese que sabe que a Gulbis hay que provocarle dos errores no forzados consecutivos para que se derrumbe mentalmente. Cual Doraemon de la raqueta, Nadal sabe sacar el truco perfecto para cada ocasión, siempre que sus rodillas se lo permitan, y de momento, parece que no le serán impedimento.
Rafa ya es cuarto del mundo con un balance de 17 victorias y una derrota en apenas mes y medio de competición. Además es segundo en lo que va de año en cuanto a puntos en la carrera hacia el torneo de maestros de Londres. Y si hace una semana hablábamos de que el manacorí no debía parar en estos dos torneos importantes sobre cemento, ahora le abrimos la puerta a que se ‘fume’ la segunda cita de Miami y se centre ya en la temporada sobre tierra, donde debe defender el reinado Montecarlo, Barcelona, Roma y París; y tratar de coronarse por primera vez en la tierra madrileña. Cinco retos en dos meses en los que se juega 4.500 puntos. Y es que con los 1.000 puntos conseguidos en el desierto californiano, Nadal ha conseguido 280 puntos más que los obtenidos en IW y Miami el pasado año, donde repitió semifinales en ambos torneos (360 y 360). Probablemente de no alcanzar una final en este primer Masters 1000 del año, se hubiera replanteado el faltar a la cita de la costa este de Estados Unidos.
Nadal ha regresado para ser el número 1, pero no ahora, sino a final de año o en enero de 2014, por lo que es absurdo jugarlo todo tras siete meses de parón cuando los deberes en este mes de marzo ya están hechos y con nota. Nos basta con saber que la rodilla funciona, sigue latiendo y la máquina está engrasada. Las portadas vuelven a ser suyas y los minutos televisivos vuelven a incrementarse. La estrella se ilumina con el brillo del esfuerzo y los rivales vuelven a rendirle pleitesía. Ahora necesita planear durante un mes cuál será su ruta de vuelo para volver a la cumbre. Desde Santiago hasta Londres hay muchos paisajes por contemplar.