Novak Djokovic fulminó ayer en la pista central de Montecarlo a Rafael Nadal. Venció, convenció y sentenció que él es y seguirá siendo durante varios meses o quizás años el número uno sobre la pista. Además acabó de un plumazo con la penúltima corona inexpugnable de Nadal (a falta del Conde de Godo de Barcelona). Nadie había levantado la voz ante Rafa en Montecarlo. El principe Alberto durante su reinado solo había entregado el trofeo de campeón a Rafa, hasta ayer. Este 21 de abril de 2013 en el que Nole hizo historia y saldó una deuda con la que en la actualidad es su casa.
Probablemente Djokovic sea el tenista más expresivo que pise las pistas hoy en día. Se le nota cuando ríe, cuando siente el golpe, cuando se queja, cuando agoniza, cuando llora de alegría, cuando lo hace por tristeza, cuando sufre…Es un tenista poliédrico, inquietante y que causa confusión. Pero es de los que no pone barreras cuando los sentimientos se aproximan y baña pista de lágrimas si es menester. Así lo hizo ayer en Mónaco, pero con unas lágrimas distintas a las que desbordaron sus ojos hace exactamente un año sobre la misma pista central del club de tenis de Montecarlo.
Hace un año Djokovic lloraba sin consuelo tras vencer a Dolgopolov en un partido de las rondas iniciales, antes de enfrentarse a Nadal en la final. Su abuelo Vladimir había fallecido y él lejos de abandonar en el principado, decidió dedicarle esa victoria amarga pero que siempre será recordada por el serbio. Djokovic se mostró inestable emocionalmente durante toda la semana, y muchos vaticinaban que se retiraría al no poder hacer frente a ese reguero de emociones, aunque al final llegó hasta la última ronda del torneo.
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Doce meses después, Nole volvía a aparecer sobre la tierra de la Costa Azul envuelto en un mar de dudas. Esta vez por problemas físicos. Los ojos se le volvieron llorosos otra vez más hace apenas dos semanas encima de la pista rápida de las canchas de Boise en Idaho, Estados Unidos. Corría el tercer juego del decisivo partido de cuartos de final de la Copa Davis entre EE UU y Serbia, cuando Nole se torcía el tobillo de una forma aparatosa. No cayó de primeras. Siguió la bola hasta que el punto terminó y se arrojó al suelo. A base de antiinflamatorios pudo acabar el encuentro, consiguiendo el punto decisivo para su país y colocándolo en la semifinal del torneo. “Si hubiera sido un partido normal me hubiera retirado, pero jugando para mi país he dado todo lo que tenía”, declaró posteriormente, con lágrimas en los ojos.
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Djokovic sabía que el destino iba a ser benévolo en esta ocasión con él en Montecarlo. Sabía que si mostraba su mejor tenis, la lágrimas al final serían dulces, como así fue. Nuevo reto conseguido. Único tenista en la ‘Era Nadal’ que consigue vencer en los tres Masters 1000 de tierra venciendo al manacorí en las tres finales. Ahora la incognita es saber si podrá hacer lo mismo en Roland Garros. Tan solo le resta la copa de los mosqueteros y el masters 1000 de Cincinnati para haberlo ganado todo en el circuito. Repito, solo dos torneos para haberlo ganado TODO. Una vez más hay que descubrirse ante su talento. ¡¡Chapeau Nole!!