La lluvia siempre aparece en las grandes ocasiones en San Sebastián, y no iba a ser menos para recibirla a ella y acompañarla durante su descanso y descubrimiento de la ciudad “algo que me apetecía mucho porque conozco poco Donostia”. Apareció en la entrada del periódico, raqueta en mano y en compañía de Cecilia (encantadora también). No tuvo reparos en posar bajo la lluvia para el fotógrafo, y hasta mojarse los pies en la hierba para ensayar unos saques ‘de foto’. “Es un encanto”, nos comentaba Cecilia durante la sesión de fotos exteriores. Era el momento de comprobarlo.
Bien es cierto que al que escribe no le han llegado muchas oportunidades de hablar con tenistas que solo ves por televisión por lo que se prepara para cualquier cosa que pueda llegar. El primer impacto ante una figura así es de asombro. Principalmente porque desde ese 1,82m de altura, una excelente genética y el cuerpo de una deportista, no puede más que impresionar su presencia. Pero desde el comienzo, como hace en pista, demuestra su seguridad y su caracter abierto y afable. Sus 21 años parecen quedarse cortos ante la forma en la que demuestra que tiene amueblada su cabeza.
El camino hasta la sala de entrevistas resultó más bien largo. A diferencia de otros deportistas que pasan o se presentan en redacción y la atraviesan como si en ella no trabajara nadie más que el periodista que los va a entrevistar y con el que desean acabar cuanto antes, Garbiñe se ganó a los presentes en redacción con su sonrisa y atención. No regateó un solo beso ni una sola foto. Ni le importó fotografiarse con la bandera de la Real o la bufanda del Eibar. Todo relajación y buen ambiente que no resultaba forzado en ningún momento.
Y así llegamos a la entrevista. Como profesional, uno acostumbra a trabajarse un esquema y al menos tener un guión de temas apuntados por si se descalabra la cabeza y hay que echar mano del cuaderno. Pero no hizo falta. La conversación avanzó fluida como el que se interesa por la vida del otro después de no saber de ese a lo largo de todo un año. Cuestiones claras y respuestas sinceras y sin cortapisas. Los colegas de profesión sabrán que para poder hacer una entrevista de dos o tres páginas en un periódico se necesitan en ocasiones más de 30 minutos de grabación (sí, yo grabo las entrevistas porque me parece una falta de respeto no poder mirar al entrevistado a los ojos por tener que escribir su respuesta en el cuaderno) para que todo salga OK y no tener que maquillar respuestas, a veces, insulsas, repetitivas y enredadas. Pues esta vez la conversación se quedó en los ¡13 minutos!, ni más ni menos y sobró material.
En fin, tal y como terminó la entrevista seguimos conversando de sus raíces vascas. Se la ve como en casa aquí y ya ha pedido, como confesó, “que me compren un libro de euskera nivel 0 para que pueda decir unas cositas y poder entender algo también”. Poco tiempo le deja el tenis para poder aprender cosas más allá de las características de la próxima rival en pista, pero en el poco tiempo que le queda, como sucede ahora, seguro que vuelve a Gipuzkoa con alguna palabra en euskera en su vocabulario.
En la charla con los lectores recibió el cariño de sus familiares con varios mensajes de ánimo y no esquivó ninguna respuesta, desde la elección de Gala León como capitana de la Copa Davis al dopaje en el tenis. Desde sus objetivos el próximo año a las diferencias de premios en metálico en los torneos masculinos y femeninos. “Es así porque ellos generan más, pero esperemos que se vaya igualando”, respondió decidida sin devolver ninguna pregunta sin respuesta. Eso sí, se ríe de los pseudónimos con los que firman los lectores las preguntas, y es que con 21 años todavía posee esa travesura juvenil en su mirada.
Finaliza la sesión de chat y tras despedirse de todos los presentes en la sala llega el momento de abandonar la redacción, casi dos horas después de su llegada. “¿Ahora unos pinchos?”, preguntó. “Ya estuvimos ayer un rato”, dice ella, “¿Cómo se llamaba lo que había Cecilia? Pintxopote, ¿no? Vaya invento ese, qué bien lo tienen montado y cuanta gente había”, describía sonriente. Llega la despedida y le recuerdo que el último deportista individual en acudir a nuestra humilde redacción fue el ciclista Nairo Quintana en agosto de 2013, y después ganó un Giro de Italia. Quizá eso sea también una señal para pensar que lo mejor está por venir. “Hablaremos pronto cuando estés en el top 10”, comento.
Le deseo suerte y nada más girarse hacia el aparcamiento se encuentran con varios interesados en fotografiarse con ella. Ni un no por respuesta. Garbiñe está recibiendo en Gipuzkoa el cariño que esperaba y ella responde con atención y amabilidad. Es hora de cargar pilas para un 2015 apasionante en el que esperan muchos y grandes triunfos. El objetivo en la vida es conseguir la victoria tanto dentro como fuera de la pista y ella tiene tablas y actitudes para hacerlo realidad.