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Alexis Algaba

La bola entró

El reino de la armadura interior

Hará cerca de una década cuando uno de mis amigos me pidió que le acompañara a comprarse unas zapatillas nuevas de running. Con el poco dinero que disponíamos entonces, todavía en bachiller, fuimos a una pequeña tienda de ropa deportiva cercana a nuestra casa. Por 60 euros la gama era mas bien ajustada, y más que para running, ya buscábamos zapatillas “para correr”, que así suena menos a la moda y el precio quizás también lo sea. Entre las líneas básicas de las marcas de mayor peso (Nike, Adidas, Reebok…) nos sorprendían unas con un logo que entrecruzaba dos U, formando finalmente una U y una A. La única referencia de esa marca (para mí, friki del fútbol extranjero desde hace tiempo), venía de las prendas interiores que debajo de las camisetas vestían los futbolistas con ese logo en los partidos más fríos en media Europa y que comenzaban a llegar a España.

No sin dudas, mi colega se compró esas zapatillas que eran las únicas de esa nueva marca’ en toda la tienda, y todavía las conserva. Una década después, el desembarco de esa marca en Europa y España es inminente y debemos empezar a acostumbrarnos a ver a Under Armour comerse parte del pastel de los gigantes Nike y Adidas. Es innegable que lo están haciendo bien, que Estados Unidos se les ha quedado pequeño, que su marca es atractiva y que las decisiones que están tomando les salen redondas.

Como buena marca que explota en los EE UU, su historia comienza en un garaje. En 1996, Kevin Plank, fundador y CEO de la firma, hastiado por sudar durante su práctica deportiva al más alto nivel -fútbol americano- decidió idear ropa que consiguiera absorber el sudor. Se metió en el garaje de su abuela en Georgetown hasta que logró las primeras partidas de camisetas.

El nombre de la firma también tiene su historia, como buena película, como reveló el propio Plank hace poco a The Washington Post. En principio, al ser prendas pegadas al cuerpo, Plank quiso bautizar como Heart (corazón) a la marca. Pero estaba registrada. Su segunda idea fue Body Armor (armadura corporal). Ésta idea le entusiasmó y comenzó a hablar a todo el mundo de que su empresa tenía esa marca. Pero dos semanas después le llegó la confirmación de que ese nombre también tenía dueño. Desanimado, según cuenta Plank, fue a visitar a su hermano Bill para comer con él y su hermano le preguntó: ‘¿Cómo va esa empresa en la que estás trabajando eh…, Under Armor?’ Kevin no sabe si fue o no una broma de su hermano, pero al instante volvió a su casa para realizar la solicitud para realizar la solicitud del nombre. Eso sí, le añadió una U a armadura, por su escepticismo a internet.

Sea como fuere, así empezó la cosa y en 1998 la marca Under Armour comenzó su andadura oficialmente. Una serie de afortunadas coincidencias ayudaron también a que la marca comenzara a ganar mercado en Estados Unidos, sobre todo la aparición del actor Jamie Foxx en la película Un domingo cualquiera utilizando una camiseta esponsoreada por Under Armour.

18 años después, Under Armour ya se ha convertido en la segunda marca deportiva más vendida en EE UU en 2014, solo por detrás de Nike y desbancando a la multinancional alemana Adidas. El crecimiento de Under Armour ha hecho que finalizara el primer trimestre de 2015 con unas ventas de cerca de 750 millones de euros, un 25% más que el año anterior y suman ya su vigésimo trimestre con crecimientos superiores al 20%. Cifras considerables pero que esconden varios factores que hacen presagiar un crecimiento exponencial en los próximos años.

El factor principal, en mi humilde opinión, es la estrategia de patrocinios que están ejecutando y donde, como parece acompañar a la firma, han vuelto a tener suerte y buen análisis de las posibilidades. Están vistiendo a estrellas de los principales deportes, sobre todo estadounidenses, pero que también apuntan al mercado internacional. Así, el MVP de la temporada regular de la NBA y reciente campeón de la mejor liga de baloncesto del mundo, Stephen Curry, viste zapatillas Under Armour, lo que se ha traducido en un incremento de ventas en calzado para la compañía en el último año de un 40%, hasta alcanzar los 161 millones de dólares.

En tenis, escogieron patrocinar desde comienzos de este año a la estrella británica Andy Murray. Aunque el acuerdo supondrá un dembolso de 15 millones de libras en los próximos cinco años, el vestir al número 3 del mundo y mejor tenista de las islas les está posibilitando entrar en mercado del tenis y, sobre todo, apoyarse en toda una figura para vender más en el Reino Unido. ¿Más? Claro. En golf, acertaron al patrocinar a un jovencito llamado Jordan Spieth, que este año se ha hecho con la chaqueta verde en Augusta vistiendo Under Armour con solo 21 años y ya es el número 2 del mundo. Y, para acabar, patrocinan a la leyenda del fútbol americano Tom Brady, que consiguió su cuarta Superbowl en febrero con los New England Patriots, y además es marido de la modelo Gisele Bündchen.

Cuatro grandes patrocinios, pero en la firma de Baltimore saben que el siguiente paso para seguir creciendo es muy claro: el fútbol. Desde hace dos temporadas patrocinan al Tottenham de la liga inglesa y algunos conjuntos más por el mundo pero de menor nivel. El paso de patrocinar un equipo grande daría a Under Armour la clave para potenciar el crecimiento internacional. Y es que las ventas fuera de Estados Unidos apenas suponen a día de hoy el 10% de la facturación de la compañía. Concretamente 95,9 millones de dólares en el primer trimestre de 2015, aunque con un crecimiento del 75%,  mientras que las ventas en Norteamérica (EE UU, México y Cánada) se incrementaron ‘solo’ un 20%. La apuesta, podría ser el Barcelona, y ya se rumorea que Under Armour comienza a posicionarse para patronicar al club catalán a partir del 2018 una vez acabado el contrato con Nike.

Sea lo que fuere, el siglo XXI ya ha diseñado una marca deportiva capaz de competir con las dos principales multinacionales que han dominado -y lo siguen haciendo- el mercado durante las últimas décadas. Habrá que acostumbrarse a marchas forzadas a la llegada de la armadura interior.

Porque solo la bola amarilla tiene la razón

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