Cayó como era de esperar. Cuarto título en las antípodas. Primer tenista en la era Open del torneo australiano, desde 1969, en sumar tres entorchados consecutivos en la Rod Laver Arena. Ruge Nole y lo hace de verdad. Tras perder las últimas dos finales de Grand Slam disputadas, en Roland Garros ante Nadal y en Nueva York ante Murray, doce meses después el serbio con la mano de hierro vuelve a levantar un torneo grande. De ahí que el rugido sea aún mayor. De ahí que el hombre que lleva dominando la clasificación de la ATP desde 2011 vuelva a dar un golpe encima de la mesa y recuerde que “aquí el que manda soy yo”. Si creía lo contrario tras el titubeo ante Wawrinka en octavos de final de este torneo, Djokovic ha salido expoleado de esta revalida que le hace figurar con letras de oro -si no figuraba ya- en el palmarés del torneo aussie.
Seis torneos grandes figuran ya en las vitrinas del discipulo de Marian Vajda, los cuatro Open de Australia (2009, 2011, 2012, 2013), un Wimbledon (2011) y un US Open (2011). Solo le resta la espina de París, que ante las dudas que muestra Rafa Nadal este año, puede ser el momento adecuado para conseguirlo y cerrar su Grand Slam particular.
Sobran los elogios para Djoker, un deportista que lleva dos años por encima del resto de raquetas del circuito aunque muchos no lo quieran ver y pensaran en un principio que su paso por el número 1 iba a ser efímero y flor de un día. No ha sido así. Con 25 años, Djokovic presenta una tarjeta con 151 partidos ganados y tan solo 18 perdidos desde comienzos de 2011. Ha alcanzado la madurez en su juego y tras olvidar los problemas físicos derivados de una enfermedad celíaca no descubierta hasta 2010, Nole poseé una marcha más en el juego que el resto. Lejos quedan ya sus retiradas amagando ahogarse en pista o tumbado por golpes de calor que hacían flojear sus músculos. Sigue siendo el bromista de antaño, pero sus gracias hacen sonreir a más gente, ya que ahora vienen del ‘jefe’ del negocio. El aprecio se centra ahora en su raqueta.
Murray ha probado lo que es jugar en Djokerland, la tierra donde puedes sentirte importante pero no por encima del enemigo que encuentras enfrente. El escocés soñó con alzarse por primera vez con el título en Melbourne y a tenor de lo visto en el primer set, el sueño emitía visos de poder convertirse en realidad. Hasta que el eterno y agotador segundo set hicieron florecer sus carencias físicas y sirvieron en bandeja de plata el trofeo a Novak. Aún así el de Dunblane ha confirmado que este año será el rival más duro del serbio y asumirá el rol de antiheroe en los torneos que ambos disputen. Algo así como lo que representó no hace mucho Nadal para Federer y viceversa. El tenis ha pasado página, y el turno para Djokovic y Murray ha llegado. Ambos tienen todas las facultades para reinar en este 2013 y si nadie lo remedia así será. De momento, Australia sigue siendo Territorio Nole