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Alexis Algaba

La bola entró

El valor de lo inédito

Cuentan por ahí que el Rey del Pop falleció hace cinco años pero dejó material grabado como para sacar decenas de discos más. Cientos de canciones que se encuentran hibernando y que irán emergiendo y llegando a nuestros oídos cuando los productores musicales y las empresas con sus derechos quieran. Año tras año tenemos una canción inédita de Michael Jackson sonando en las radios. Y la gente seguirá comprando esas nuevas piezas que nunca antes se han escuchado a precio de oro. Y es que lo inédito habitualmente es esperado con ansia, apreciado con furor y devorado hasta la extenuación. O no.

¿A quién beneficia que una final de uno de los torneos más importantes del tenis mundial sea inédita, haya batido marcas antiguas y la disputen dos tenistas fuera del top ten? Quizá a los aficionados más puros del tenis, pero para el resto, posiblemente, el US Open concluyó ayer. Seamos claros, personalmente estoy encantado de que se produzca esta final, la primera desde Roland Garros de 2002 que la disputan dos jugadores que se encuentran fuera de los diez primeros del ranking. En aquella ocasión, fueron Juan Carlos Ferrero (11) y Albert Costa (20) los que llegaron al envite final en París, ahora son el japonés Kei Nishikori (11) y el crotata Marin Cilic (16) los que han hecho saltar la banca.

Pero a lo que vamos. Está claro que los tres tenistas grandes de los últimos años (Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic) nos han malacostumbrado. Han sido 38 finales de Grand Slam consecutivas, desde el Safin-Hewitt del Australian Open de 2005, en las que el suizo, el español o el serbio han sido de la partida, lo que demuestra la hazaña de estos dos tenistas medio desconocidos para el gran público. Pero, ¿quién pagaría por ver una final entre ellos dos?

Seguro que más de un ‘aficionado’ de los que había comprado la entrada para ver la final del cuarto grande del año a precio de caviar (hay que pagar cientos e incluso miles de dólares para poder sentarse en la Arthur Ashe el último día de torneo) se haya pegado cabezazos contra la pared por el encuentro que le ha tocado ver. Otros tratarán de colocar la entrada a alguien en las últimas 24 horas. Las televisiones seguro que tendrán que bajar sus precios para vender esta final en Estados Unidos y en gran parte de Europa.

Posiblemente el encuentro sirva para que Asia gire su cabeza hacia el tenis. La presencia de un japonés en la final de un grande puede servir para que la atracción sea incontrolable en el país del sol naciente y alrededores, además de la lucha interna entre las marcas que visten a ambos finalistas. Por un lado, la japonesa Uniqlo que viste a Nishikori (y a Djokovic), y por el otro la china Li-Ning que viste a Marin Cilic. También es la primera final desde el Ferrero-Verkerk de RG en 2005 en la que no están representadas ninguna de las dos multinacionales deportivas más importantes (Adidas y Nike).

Por tanto, no nos engañemos. Los frikis del tenis estamos encantados y con muchas ganas de ver una final entre Nishikori y Cilic, pero el publico menos entendido lo pasará por alto tras las derrotas ayer de Federer y Djokovic. ¿Malo o bueno para el tenis? El tiempo lo dirá.

La final

Aunque sea cabe remarcar algunos detalles a tener en cuenta en esta final. Marin Cilic puede convertirse en el primer tenista que tras una sanción disciplinaria de cuatro meses por un positivo por niketamida. De hecho, el croata no pudo disputar el US Open del pasado año por estar sancionado y pasó, como describió él “una verdadera pesadilla”. Tras un inicio de temporada deslumbrante haciéndose con los torneos de Delray Beach y Zagreb, daba la sensación que había dado un paso adelante y se había revelado contra la sanción sacando su mejor tenis este año. Ya hablamos en el post de marzo previo a los másters 1000 que Cilic se presentaba como uno de los grandes alicientes esta temporada, pero ha sorprendido su tenis de alto voltaje en las dos semanas que lleva en Nueva York. Sufrió en octavos con el pasabolas Gilles Simon, pero tanto en cuartos contra Tomas Berdych como en semifinales con Roger Federer no ha concedido un set. Se ha mostrado inexpugnable con su saque y la derecha le ha corrido cada vez más a medida que avanzaba rondas. Me parece que es el favorito en la final.

Por su parte, Nishikori lleva una paliza extenuante de encuentros largos en Flushing Meadows. Llegó a los cinco sets en octavos ante Raonic y en cuartos contra Wawrinka. Se le ve ligero de piernas, eso sí, pero ayer le ayudó mucho la desconexión total de Djokovic con el partido. En sus cara a cara con Cilic marcha por delante 5 a 2 (las últimas dos victorias este mismo año en Brisbane y Barcelona), pero en una final esas marcas pasan a ser anecdóticas y Kei deberá mostrarse firme al servicio y voluntarioso al resto para poder hacer frente a las oleadas de golpes de Marin.

Anecdótica será también la presencia en la grada de los entrenadores de cada uno. Por un lado, Michael Chang estará presente en el banquillo del japonés, y Goran Ivanisevic en el de Cilic. Ambos ganadores de Grand Slams y que tuvieron sus batallas sobre la pista como profesionales. Disputaron once encuentros oficiales con balance parejo. Chang se impuso en seis ocasiones e Ivanisevic en las cinco restantes. Ahora el cañonero croata esperará equilibrar la balanza aunque sea desde el banquillo.

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