Mediados de marzo, Sharm el-Sheij, en Egipto, ciudad situada entre la franja costera del Mar Rojo y el monte Sinaí. Tras un último balance de 8 derrotas y una sola victoria entre finales de 2014 e inicios de 2015, el hondarribiarra Iñigo Cervantes decide iniciar en esta recóndita plaza la reconquista del ranking. Es un torneo de sexta categoría, el noveno Futures del año en Egipto y partiendo en la posición 258 de la ATP, al guipuzcoano le toca enfrentarse a un checo, Filip Dolezel, que figura, nada menos que en el puesto 1.603. Y pierde el primer set. Y pasa muchos apuros para llegar al tie-break en el segundo, en un torneo donde no hay puesto ningún foco del tenis mundial. Finalmente, se lleva el segundo set en el desempate y remata con un 6-0 ese primer partido.
Siete meses después, Cervantes recoge el galardón que le acredita como campeón del torneo de maestros Challenger 2015 con una camiseta con la que dedica su triunfo a su abuela y su tía: “Zuentzat amona eta izeba”, figura serigrafiado en la prenda, mientras sostiene el trofeo tras una dura batalla en la que levantó dos bolas de partido a su compatriota Daniel Muñoz de la Nava y acabó el torneo invicto, lo que le permite acabar el año en el puesto 72 del ranking. Todo un sueño, al que ha llegado tras un largo periodo de pesadillas en forma de lesiones e interminables viajes a torneos recónditos para ganar confianza y algún punto ATP.
De aquel torneo de comienzos de primavera en Egipto sacó apenas 6 puntos para la clasificación tras llegar a semifinales y un puñado de dólares (apenas 500). Esa es la cara amarga del tenis, la de curtirse en campeonatos donde no hay jueces de línea ni recogepelotas y es igual de fácil perder el primer partido que el último y apenas por un puñado de euros. Después de Egipto probó en Israel y Marruecos en torneos con algo más de enjundia, pero sin excesiva suerte, ya que el ranking no le daba para pasar al cuadro final (el próximo año tiene casi garantizada la presencia en todos los Grand Slams y, por supuesto, torneos ATP 500 o 250). En este viaje de regreso a Europa, el destino empezó a cambiar en abril, en el torneo de Mersin en Turquía, donde Iñigo alcanzó las semifinales y comenzó a sumar puntos con mayor fluidez.
Hasta el mágico mes de mayo, donde rompió su sequía de cuatro años sin llevarse un torneo Challenger. Hasta mayo, Cervantes tenía dos títulos de esta categoría en su haber. El primero, en 2009 en el ya extinto challenger de Saransk en Rusia, y el segundo en Trnava, Eslovaquia en 2011. Desde entonces las dudas se mezclaron con grandes experiencias como las clasificaciones para Wimbledon sobre hierba -aunque siempre ha sido ‘terricola’- y periodos largos de convalecencia tras lesiones. Pero el mes de las flores hizo florecer el tenis del hondarribiarra y elevar sus prestaciones, tras ponerse bajo la batuta de Javier Ferrer a finales de 2014 y mudarse a Javea, donde también ha podido entrenar en varias ocasiones con el hermano de su entrenador, el top ten David Ferrer.
Todo ello explosionó en dos títulos de challenger en Ostrava (República Checa) y Vicenza (Italia) y un subcampeonato en Eskisehir (Turquía), con un balance de 15 victorias y dos derrotas. Estas victorias le hicieron rondar ya el top 100 pero sin terminar de entrar en ese selecto grupo. En junio llegó la victoria en Marburgo (Alemania), también sobre tierra, con un juego brillante, pleno de confianza en el saque y mostrando una gran intensidad en los peloteos y mucha fe en su juego. La línea no se ha detenido en la segunda mitad del año, aunque sí ligeramente esa racha de triunfos que le ha hecho ser el tercer tenista en la historia de la era Challenger, tras Pashanski (Serbia) en 2005 y Carlos Berloq (Argentina) en 2010, en conseguir 50 victorias o más en la temporada.
Iñigo Cervantes se ha despertado hoy, 30 de noviembre, día de su 26 cumpleaños como número 72 del mundo tras conseguir ayer el ATP Challenger Finals completando una semana inmaculada y un noviembre excelente tras alcanzar también la final en Montevideo (Uruguay). Nunca un guipuzcoano estuvo en un puesto tan alto del ranking ATP, y si las lesiones le respetan, en la primera parte de la próxima temporada podrá alcanzar una clasificación mucho mejor ya que no defiende apenas puntos y tiene garantizada la presencia, sin necesidad de jugar la qualy en los principales torneos. El Open de Australia en enero será una excelente piedra de toque para Iñigo, pero el devenir curso se sustentará, con toda probabilidad, en la gira sudamericana sobre tierra batida, donde partirá, si mantiene esa competitividad que ha brillado este año, en uno de los candidatos a sumar un buen puñado de puntos que le permita mantenerse entre los mejores.
Eso será el próximo año, ahora lo que deben llegar son los primeros reconocimientos, que bien merecidos los tiene. Zorionak Cervan!!