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Alexis Algaba

La bola entró

Soderling condenado por la 'Mono'

El mayor enemigo de un deportista son las lesiones. Son un rival imprevisible, doloroso y en ocasiones desesperante. Mientras vemos que Nadal mejora semana tras semana apoyado en su superficie favorita -la tierra-, y adaptando su físico a las secuelas de su lesión -ha perdido mucho músculo del tren superior para no forzar más de lo debido sus rodillas-, nos acordamos de aquel tenista que ha sido el único que ha podido desplazarle del trono en las pistas de Roland Garros. Fue allá por el año 2009, cuando el sueco Robin Soderling vencía contra todo pronóstico a Rafa Nadal en la cuarta ronda del torneo parisino y ponía punto y final a la racha de 31 partidos seguidos vencidos por el manacorí en París. Para el que no lo recuerde, estos fueron los momentos finales del partido.

http://www.youtube.com/watch?v=WHwgdhD4SP0

Pues bien, muchos preguntarán que ha sido de aquel sueco de Tibro, con un servicio acorde a sus características físicas (1,93m), una derecha plana que corría vertiginosa en todas las superficies, y un juego de piernas poco habitual en un hombre que ronda los dos metros y se acercaba a los 90 kilos. Ese partido fue su explosión y Robin consiguió llegar a esa final y a la de 2010, en la que Nadal se tomó la revancha. Cinco títulos después, Soderling jugó su última final en su tierra, en Bastad, el 11 de julio de 2011. Ante David Ferrer, al que venció contundentemente en dos sets (doble 6-2). Nadie pensaba que ese iba a ser el último partido en activo de Soderling como profesional. Todavía no es seguro si se recordará así, pero 19 meses después no hay visos de que el matagigantes escandinavo regrese al circuito. Solo una certeza ha salido de sus labios desde entonces: “Si no puedo volver en 2013 me retiró”, así de claro y contundente fue Robin en una de sus últimas entrevistas a finales de 2012.

El sueco ha conseguido 10 títulos a lo largo de su carrera

Y es que desde que se conoció que Soderling no acudía al US Open de 2011 por enfermedad saltaron todas las alarmas. Mononucleosis, la denominada ‘enfermedad del beso’. Una de las más temidas por los tenistas. Un virus que se transmite por el intercambio de saliva, posiblemente al compartir bebidas del mismo vaso o comidas con otras personas. Una enfermedad que provoca una prununciada debilidad, entre otros síntomas, y que aunque suele superarse en cuatro semanas, aproximadamente, con reposo e ibuprofenos, en ocasiones se cronifica, convirtiéndose en un lastre difícil de eliminar.

En los últimos años se han conocido varios casos de mononucleosis entre tenistas profesionales. Unos más graves que otros. Ni los mejores se libran de ella, ya que hasta Roger Federer la superó a comienzos del 2008. Al suizo se le diagnosticó tras el Australian Open de ese año pero su cuerpo ya había reaccionado bien ante el virus. Una situación similar a la que sufrió otro exnúmero 1, Andy Roddick, en 2010. En el otro extremo encontramos a Mario Ancic, un prometedor tenista croata que con 22 años ya se encontraba entre los diez mejores tenistas en el año 2006. Un año más tarde, en la previa de un Alemania-Croacia de la Copa Davis, los médicos le diagnosticaron esta dolencia que le dejó K.O. más de dos años. En 2011 y tras apenas poder encarrilar dos o tres partidos consecutivos por semana, Ancic decidió colgar la raqueta con apenas 26 años. Situación idéntica a la que puede estar viviendo Robin Soderling.

Soderling ha recurrido a la acupuntura para recuperarse de la mononucleosis

“Estoy frustrado porque estoy haciendo todo lo que puedo” señalaba a finales del curso pasado Soderling, que recurrió a distintos tratamientos como la acupuntura para superar su enfermedad. El sueco no deja de intentarlo. Hay ocasiones en las que entrena a diario y a gran nivel, pero días después se ve obligado a parar porque su cuerpo no le permite volver a darlo todo. “Entreno un día media hora a tope y al día siguiente todo es demasiado, me siento impotente”, afirmaba el de Tibro, que se ha hecho a la idea, tras ser padre en la segunda mitad de 2012, de que pueden existir otras prioridades en su vida: “He aprendido a pensar que mi regreso quizá no será posible”, admite. El sueco también contempla retirarse y ‘competir’ en el circuito de veteranos, mucho menos exigente y secundario. Camino de los 29 años, piensa que todavía podría tener 3 o 4 años buenos aunque sus palabras suenan a despedida: “Por primera vez en mi vida no pienso en mi mismo, tengo otras prioridades. Podría haber sufrido esta enfermedad con 18 o 20 años, pero me ha llegado con 27 y puedo decir que he hecho carrera.”

 

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