Hacía tiempo que no sabíamos nada de él. Con 19 años se dio a conocer para el gran público al alcanzar los cuartos de final de Roland Garros en 2008. Cayó contra Novak Djokovic, que no le dio oportunidad de lucirse. A los 21 años se presentó en el Foro Itálico de Roma para enfrentarse en segunda ronda del Masters italiano a Roger Federer. Hizo trizas todo los pronósticos y meneó sobremanera al suizo, volviendo a la primera escena del tenis mundial y provocando vaticinios muy optimistas para su carrera a corto plazo. Con un talento sublime para la raqueta, nadie dudaba que podría asentarse entre los 20 primeros del mundo. Con cabellera alocada, Ernests Gulbis se convertía en una alternativa real en la tierra romana.
Gulbis tenía en mundo a sus pies. Había ganado a Federer, escalaba en la clasificación a marchas forzadas y viajaba en jet privado de torneo en torneo. Si, en jet privado, ya que su padre Ainars Gulbis poseé una de las mayores fortunas del mundo, por lo que en su vida ha dispuesto de todas las oportunidades posibles para crecer, evolucionar y convertirse en deportista profesional. “Hijo, ¿qué quieres ser de mayor?”, le preguntó Ainars a su hijo cuando este tenía 12 años, “Tenista papá, tenista”, le respondió Ernests. Y así fue. Gulbis entrenó en Alemania y en la academia del finalista en Roland Garros Nikola Pilić para convertirse en lo que quería ser, jugador profesional.
El letón llegó a la posición 21 del ranking a comienzos de 2011, pero su inconsistencia y sus vacíos mentales durante los encuentros, le hicieron comprobar que sólo con talento no se puede alcanzar la gloria en el tenis. “No me gusta volar, viajar y pasar mucho tiempo en la cancha entrenando”, resaltaba días después de vencer a Federer en Roma y acababa la frase diciendo “tengo como meta alcanzar el número 1”. Una incongruencia mezclar en la misma frase los conceptos, ‘no soy fan del esfuerzo’ y ‘quiero ser el número 1’. Fruto de la inexperiencia, me temo que no. Fruto de ser un joven caprichoso y consentido.
Descendiente de una familia de deportistas y actores -uno de sus abuelos ganó en varias ocasiones la Euroliga de baloncesto y el otro es un actor reconocido en Letonia- Gulbis finalizó aquella intervención diciendo: “He actuado toda mi vida en una cancha de tenis, por lo que cuando me retire dejaré de actuar”. Su disfraz de tenista se fue derrumbando en temporadas posteriores ya que se limitó a dar más que hablar por sus actuaciones fuera de las pistas que dentro de ellas. Tal es así que en octubre de 2009, Gulbis fue arrestado en Suecia junto a otro tenista profesional -todavía no se aclaró si fue el argentino Juan Mónaco o el italiano Simone Bolelli el que también pasó la noche en el calabozo- por celebrar en su habitación de hotel una fiesta junto a un grupo de prostitutas. La prostitución está prohibida en el país escandinavo, y el que solicita estos servicios puede pasar seis meses en la cárcel.
La caída desde 2011 hasta finales de 2012 ha sido pronunciada para el letón, que se encontraba a finales del pasado año más allá del puesto 150 del ranking, abocado a jugar torneos challenger, compitiendo contra rivales desconocidos y completamente fuera de forma. Tan sólo fogonazos como el del pasado Wimbledon, donde ganó a Tomas Berdych en primera ronda en sólo tres sets, nos hacía detenernos otra vez en la figura errante de Ernests.
Creíamos que lo habíamos perdido hasta esta pasada semana en la que entrando desde la previa se ha hecho con el torneo de Delray Beach 250, tras vencer a Querrey, Haas y Roger-Vasselin en las últimas rondas del mismo. Con este son tres los títulos con los que cuenta la vitrina del letón, aunque no sabemos si esta vez, a punto de cumplir los 25 años, comenzará a tomarse en serio su carrera o prefiere seguir siendo ese joven al que le gusta “salir, beber e ir de discotecas”, que no se “exige” entrenar a diario y cuenta con el inmenso respaldo económico de su padre. De momento, ya ha ascendido al puesto 67 del ranking y tendrá acceso directo a citas importantes sin tener que jugar la previa, además de haber amasado unas ganacias de 2,7 millones de dólares en lo que va de carrera, aunque sigue partiendo raquetas cuando la empresa se le pone difícil.
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