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Lourdes Pérez

La mirada

El 'aparato' no tiene quien lo defienda

¿Puede gobernarse un partido sin cuadros de dirección, eso que en los tiempos de Podemos se denomina tan despectivamente como el ‘aparato’? ¿Puede hacerlo el PSOE, formación política centenaria, la sigla que más tiempo ha dirigido La Moncloa desde la restauración de la democracia, todavía la segunda fuerza política del país, con 200.000 militantes llamados hoy a elegir a su nuevo secretario general en una votación inédita que no podría haberse organizado sin la existencia del ‘aparato’? La pregunta está en el aire, porque eso del ‘aparato’ ha provocado urticaria a los candidatos, en estas primarias improvisadas para designar al líder que deberá echarse a la espalda a un socialismo español que no termina de ver la luz al final del túnel. La desafección hacia lo que se identifica, en el peor sentido, con el control y el manejo interno del poder ha dejado situaciones paradójicas. Hasta que arrancó esta campaña que nadie esperaba y para la que nadie estaba preparado -porque una cosa son unas primarias abiertas al votante etéreo como si fueran unas generales raras y otra tenérsela que jugársela afiliado a afiliado, agrupación a agrupación-, Pedro Sánchez era el ‘ousider’ frente a ese ‘aparato’ encubierto que venían representando los aspirantes que figuraban desde hacía meses en las quinielas: Carme Chacón, Eduardo Madina, Patxi López, Emiliano García-Page… Pero han bastado una confluencia de circunstancias -entre ellas, el notorio enfado de Andalucía con Madina por haber cortocircuitado las opciones de Susana Díaz, tras lo que la presidenta de la Junta intuye (o conoce) la mano ‘in extremis’ de Alfredo Pérez Rubalcaba- y que Sánchez se haya hecho con el apoyo de buena parte de los avales y las baronías del partido para que el madrileño se haya visto obligado a repetir, acto a acto, que no; que él no es el elegido del ‘aparato’, que él, en realidad, jamás ha sido ‘aparato’, aunque fuera concejal en Madrid y sea diputado en el Congreso.

Enfrente, que no al lado -el guante blanco de la campaña no ha sido inmaculado-, Eduardo Madina también sufre sus propias contradicciones. Años en la ejecutiva federal y su responsabilidad como secretario general del Grupo Socialista en la Cámara Baja constituyen un pegajoso chicle cuando uno trata de despegarse de la temible vinculación con el ‘aparato’; sobre todo, cuando nunca el ‘aparato’ fue más acrítico que durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, que controló con mano de hierro, desde el poder del Gobierno, al conjunto del  PSOE. El tercero en discordia en esta carrera electoral, el profesor José Antonio Pérez Tapias, padece menos la sombra de la paradoja. Aunque no pocas corrientes internas en los partidos acaban siendo más ‘aparateras’ que el propio ‘aparato’ y cuando él mismo -como Pablo Iglesias- pertenece a esa singular casta larvada a lo largo y ancho del país que son los ‘cuadros’ universitarios.

El desprecio hacia el ‘aparato’ no está cayendo en el vacío. La campaña ha dejado un malestar latente entre quienes se sienten señalados por los suyos no tanto como organizadores en la trastienda del partido y su funcionamiento, y sí como oscuros maniobreros en defensa de intereses no siempre transparentes y confesables. “‘Aparato’ son quienes suben las persianas de las casas del pueblo y quienes estaban dentro cuando nos las quemaban”, rebate un significado militante del PSE. Habrá que ver, a partir del recuento de esta noche, cómo se gobierna el PSOE del nuevo secretario general: sin ‘aparato’, con otro ‘aparato’ que no se llame ‘aparato’ por el qué dirán o integrando al ‘aparato’ superviviente, si alguien es capaz en estos momentos de encontrarlo en un partido donde unos y otros se miran de reojo desconfiado.

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