Vale que te pregunten una vez en rueda de prensa por el juego coñazo de tu equipo aunque vayas líder. Vale que te que te digan casi a diario que tu equipo no encandila como el de tu predecesor aun cuando ganes los partidos que disputas. Va en el sueldo el tener que soportar comparaciones día sí, día también, con el estilo, juego, toque y hasta el color de la ropa interior con la época gloriosa de Pep Guardiola. Que te vengan con la misma milonga después de golear a tu rival, lo que te provoca es tener que contar hasta diez para no mandar a esparragar al batallón de fusilamiento periodístico, mantener las buenas formas y salir con una respuesta diplomática: ‘La gente se divierte más de lo que se dice’. Paciencia franciscana, querido Martino, paciencia franciscana.
Ya en su día comentábamos en esta Taberna los problemas que Gerardo Martino estaba teniendo con esa cosa horripilante, malvada y algo mafiosilla llamada ‘entorno’. Arreglar su relación en ello sigue estando en la carpeta de ‘asuntos pendientes’. Por la razón que sea, la sombra de Pep y su posterior cara B de Vilanova es muy, pero que muy alargada. Da igual lo que diga o haga el Tata. Siempre le sacarán punta a algo, aunque se ponga a hacer el pino-puente. Lo malo es que el mensaje está calando en el culé militante y son ya muchos que comulgan con la especie del juego aburrido de un equipo que lo ha ganado todo, que ha marcado una época y que parece estar traicionando ese catecismo del juego bonito. Vamos que, como decía gráficamente un aficionado en un foro, ‘el culé tiene un paladar muy fino, Martino, andate para Argentina que yo te pago el pasaje’. Fin de la cita.
¿Estamos mal acostumbrados o simplemente somos unos toca narices con mala rababa? Lo que le está sucediendo al Tata Martino no es algo insólito en nuestro fútbol. Hace ya una pila de años, Radomir Antic fue cesado por Ramón Mendoza porque el Real Madrid -y cito textualmente un artículo de la época- ‘no daba espectáculo, pero sumaba una jornada sí, otra también’. Fin de la cita. Al final, el palco bajó el dedo pulgar ante la presión de grada y prensa para salvar el trasero y condenó a los leones al entrenador serbio. Antic dejó líder al Madrid cuando fue despedido. Ese año, los blancos perdieron la liga en el Heliodoro Rodríguez López ¿Les suena?
¿Cómo comienzan estas operaciones de acoso y derribo al entrenador? En primer lugar, se ha de ser riguroso y sistemático en el ataque. Una sentencia o mentira, da lo mismo, mil veces repetida se convierte en verdad. No es nada personal, solo negocios, que diría el Don. Repetir el mismo mensaje hasta hacerlo entrar en la permeable mentalidad del aficionado: lento, previsible, aburrido o tacaño en el juego son los adjetivos más empleados En segundo lugar, cuestionar a jugadores cuestionados y establecer odiosas comparaciones entre su rendimiento pasado y presente. Aquí da lo mismo que acaben de salir de una lesión o el inexorable paso de los años. Afirmar desde columnas sesudas e influyentes que Xavi, Iniesta o Messi, vaya usted a saber por qué extraña razón -y no señalamos a nadie que no sea argentino, rosarino y leproso (de Newell’s, claro)-, ya no son lo que eran hace pocos meses, es como una bomba de relojería. El primer objetivo de la campaña de acoso y derribo ya está conseguido: crear la división de la grada. El desenlace es de todos sabido así que, querido Tata, mal lo tiene cuando el Barça sufra la primera derrota. Le van a dar hasta en el carné de identidad.