Lo firmaba la señora madre de Forrest Gump y cualquiera que hubiera asistido al sorteo del Mundial de Brasil o al espectáculo vivido con el cambio de titularidad de uno de los programas que nos deleitan cada noche destripando la actualidad deportiva. Sí que ha sido entretenida la semana del puente, sí. Menos en lo que se refiere a la competición que, para no variar las buenas costumbres de quienes dirigen este negocio llamado fútbol, que han vuelto a pifiarla con la Copa del Rey. Entre todos la mataron y ella sola se va a morir. Pobre.
Luego volvemos con el Mundial y con la tele. Antes, permítannos un inciso con este bodrio de competición llamado Copa, competición menor que a más de uno le ha salvado una temporada más que mediocre -que se lo digan a Mourinho– que es considerada por los grandes y sus jugadores como un verdadero marrón -excepción hecha del Atleti de Simeone, que sale a morder hasta en los partidillos de entrenamiento- y que tampoco representa un premio grande de la primitiva para el equipo modesto ‘agraciado’ en el sorteo con un Primera de postín. Los pesos pesados que manejan el cotarro ya se encargaron en su día de amputar de cuajo la dosis de emoción que tenía la Copa cuando era a partido único en el campo del equipo de menor categoría. Había que evitar a toda costa un nuevo ‘alcorconazo‘ o una nueva noche toledana en la que un modesto con hambre de triunfo, sed de gloria y ganas infinitas de pasarlo bien sacaba los colores a los acomodados suplentes del equipo galáctico, provocando una hecatombe de proporciones bíblicas. Se terminó dejar al albur de un entrenador con aires de gestor de recursos humanos de grandes almacenes la eliminatoria copera, así que volvemos al partido de vuelta y, por si acaso, en casita del grande. Ya me dirán qué entrada va a tener el Calderón, el Camp Nou o en Bernabéu en los partidos de vuelta. Bravo por los genios de la Liga, con la inestimable colaboración de la Federación. Están logrando que de la Copa solo interese la final.
El vidente Del Bosque ya se olía que las caprichosas bolitas de Blatter, las del sorteo, nos iban a dar un disgusto. Pleno para el Marqués de Salamanca. Aquí puestos a ser mal pensados, que lo somos y mucho, ya hemos comenzado a sospechar componendas entre nuestro amigo el suizo sonrosado, el que imita de pena a Chiquito; y el pequeño galo de la aldea UEFA. de nombre Michel Platini, para más señas, para conseguir que Les Bleus tengan un cómodo inicio de Mundial. Hay que ser muy retorcido, la verdad, pero dados los precedentes y, sin ir más lejos, el atraco alevoso a los pobres irlandeses para meter con calzador a los franceses en Sudáfrica, si te pones en lo peor, lo mismo aciertas.
El sorteo brasileño es de diseño. Diseñado para que la Campeona del Mundo se la pegue bien dada en la primera fase, que nadie está exento de un mal día. También los italianos están que fuman en pipa con los compañeros de viaje que les ha correspondido en su grupo mientras, qué curioso, argentinos y brasileños podrán disfrutar de un calendario bastante más llevadero. Dice un mal pensado profesional amigo de esta Taberna que estaba cantado: donde hay pasta, la FIFA se pone tierna. Argentina, Brasil, países emergentes, dinero a espuertas, audiencias bestiales, sorteo facilón. Los bien pensados, que alguno queda, sostienen que esto es fútbol y que la superioridad se demuestra en el campo. Vaya usted a saber.
Y como nos hemos quedado sin espacio, tendremos que dejar para mejor ocasión el lío de la tele, un sainete en el que hay de todo: el malo maloso, más malo que un dolor; el bueno traicionado; un pueblo dividido y con ganas de sangre y, por último, uno que pasaba por allí y se vio de un día para otro presentando un programa de deportes, o algo parecido. Solo nos falta la maciza para tener completos los ingredientes del pelotazo televisivo. Lo dicho. Una caja de bombones. Nunca sabes lo que te vas a encontrar.