Se acabó. Ya no hay Liga. El ‘Villarato‘ ha vuelto a hacer de las suyas y los de siempre pueden estar tranquilos: el título es suyo. Pero’ ¿no habíamos superado ya las teorías de la conspiración? Para nada. Para llorar y para marcar la diferencia. Los árbitros, el brazo tonto de la ley impuesta por la Federación, se encarga de dar y quitar. Por lo visto, dar al de siempre y quitar al mismo de siempre, que para eso están los miembros jubilados de los comandos arbitrales para dar fe, como buenos notarios de la actualidad, de lo malos, espantosos y torpes como mulas que son sus sucesores en la cosa de arbitrar partidos. Eso sí, siempre queda un sensato que, aun reconociendo que el árbitro ha sido un desastre con patas, añade que Ramos lleva un año para olvidar, que Pepe quizá está algo distraído, que Marcelo tiene sus momentos de taquicardia, que Benzema es como el Guadiana y que Ancelotti movió su banquillo y las posiciones de alguno de sus jugadores, en especial Alonso, de una forma cuando menos discutible. Pero eso, obviamente, no vende más ejemplares de periódicos y, ya se sabe, la cosa en el gremio está bastante tiesa.
Groucho Marx, como todo el mundo bien sabe, era un tipo que tenía unos principios aunque, si no te gustaban, tenía otros. Con el periodismo deportivo sucede algo similar. Para los Amigos del Villarato, Clos Gómez viene a ser como Miley Cyrus con el escándalo y las meteduras de pata: inseparables. Sin embargo, no están tan claras las estrechas vinculaciones del árbitro aragonés con el desmedido afán de culparle de los males blancos. Hemeroteca, azote de políticos y desmemoriados en general, a quienes se suele pillar con mucha frecuencia en bochornosos renuncios. Clos Gómez, sin ir más lejos, es considerado como un árbitro hostil en Pamplona por perjudicar pertinazmente a los rojillos. Como tampoco es bien recibido en Granada, donde se le acusa de salvar del descenso a sus paisanos del Real Zaragoza beneficiando al Real Madrid -oh, sí, al Madrid- con un penalti inventado sobre Cristiano Ronaldo. Todavía, comentó en una entrevista, conserva la botella que le lanzó el granadino Dani Benítez. Sin embargo, Clos Gómez, del que dicen posee unas tabletas parecidas a las de Cristiano, será siempre recordado por los 13 errores que en su día Morinho le echó en cara como una maldición bíblica tras el Madrid-Sevilla de hace un par de años.
Así que, según los amigos de la conspiración andante, Clos es lo peor que le ha podido pasar al Real Madrid y que de no ser por él, mucho habría cambiado la historia triunfal del Barça. O no, que también en el nordeste tienen su lista de agravios bien documentada, con todo tipo de pelos y de señales. Clos se atrevió a expulsar al gurú del juego preciosista y máximo representante, para sus enemigos, claro, del meacolonialismo: Pep Guardiola. Y lo peor, mintiendo como un bellaco, que Pep no dijo lo que Clos escribió en el acta que dijo Pep. Faltaría más. Hay quien, incluso, se ha tomado la molestia de recopilar la lista de agravios del trencilla aragonés contra los culés en sus enfrentamientos con los blancos. Dio para dos capítulos, que cuando nos ponemos, nos ponemos en serio, para llegar a la esperada y terrible conclusión: Clos Gómez es perjudicial para la salud del Barça.
En resumen, que este colegiado aragonés es más malo que la carne de pescuezo para una amplia representación del periodismo patrio, pero con unos principios democráticos muy sólidos: perjudica por igual a todo el mundo. Quizá por ello fue premiado como mejor árbitro de la pasada temporada. Quién sabe. Los designios del arbitraje español, en general y del Villarato, en particular, son inescrutables. Como los del periodismo: nunca dejes que la realidad te estropee una buena conspiración.