Vivimos en un lugar en el que, excepciones, raras, muy raras, al margen, no cuida de sus ídolos, de sus figuras más representativas, de sus ejemplos. Por aquí tendemos a enfangar y golpear el pedestal que les encumbra hasta que irremediablemente caen. Da lo mismo la hoja de servicios o los méritos contraídos en su trayectoria deportiva. Nos pone más disfrutar con la caída que revivir los buenos momentos que nos han hecho pasar. Una de las excepciones a este trato vulgar y despreciable es Xavi Hernández. Peor suerte está corriendo su compañero en la selección, Iker Casillas.
Xavi representa, no en exclusiva, pero sí en gran medida, lo que ha sido una de las mejores generaciones de jugadores que ha parido nuestro fútbol. Con futbolistas como el catalán, la selección volvió a conectar con un país descreído y acostumbrado a la mediocridad. Con Xavi y compañía la selección española, aunque fuese solo por un instante mínimo, pero mágico, consiguió que nos olvidáramos de nuestras miserias diarias frente al televisor o la radio. Hoy el señor Hernández anuncia que deja el Barça para disfrutar del bien merecido descanso del guerrero en la walhalla de los petrodólares. Este domingo, el Camp Nou, su casa, le sabrá despedir como se merece y ha ganado. Casillas no tiene tanta suerte.
Hace tiempo que el guardameta del Real Madrid y de la selección está sentenciado en su casa. La propaganda se ha encargado con el gota a gota de la insidia de ensuciar la figura del antaño chico emblema del madridismo y sus valores. El currículum no sirve para disfrutar de una salida digna y acorde con el trabajo de tantos años. Nada nuevo ni exclusivo, por otro lado, en un club tan personalista como este. La campaña para el recambio de Ancelotti ya está en marcha y Rafa Benítez es el nuevo enganche para recuperar la ilusión perdida ¿Será otro pufo imaginario procedente de una emisora alemana imaginaria, como ya ha pasado con Jurgen Klopp? A saber…