Solo se han disputado dos jornadas de Liga y no hace falta mucho más para constatar que vida en la, dicen, mejor competición del planeta tierra y parte de la galaxia, es una especie de bucle en el que se repite año tras año la misma película, como las recurrentes reposiciones de Verano Azul. Las mismas vueltas a los mismos asuntos para terminar con las mismas conclusiones, mismos protagonistas, mismas quejas, mismas conspiraciones, mismos viejos problemas. Algunos ejemplos en la cartelera.
El Madrid y su escasez alarmante de gol. Tal es la preocupación entre el personal opinador y tertuliano, que las especulaciones sobre la necesidad de fichar a otro ‘9’ para ayudar y/o sustituir a Benzema se prolongan hasta el infinito y más allá. Benítez, del que se da por hecho que es plenamente consciente de dónde se ha metido, muestra los primeros síntomas de ‘qué está pasando aquí’ cuando con solo un partido jugado, el periodismo le cuestiona con su habitual sagacidad por la falta de gol del Madrid. Horas después, el Madrid le endosa cinco al Betis y asunto finiquitado… por el momento, que el relevo entusiasta lo encabeza el estado de Cristiano Ronaldo ¿Qué le pasa al portugués? ¿Tiene problemas de comunicación con Rafa? Próximamente, en los mejores cines.
Y un clásico en la teoría de la conspiración, apartado ‘me persiguen los árbitros’, sección ‘no saben ya qué hacer para que no ganamos más títulos’. El Barça y ese colectivo de árbitros malvados, dirigidos desde la distancia por Villar desde las catacumbas federativas y con Florentino, el Don, manejando los hilos en la sombra. Una Supercopa perdida y un arbitraje extraño ante el Málaga, la excusa perfecta. Nunca dejes que un año plagado de títulos te estropee un complot. En cuanto a la clase media de la Liga, trabajando en silencio y ajenos al ruido mediático de los dos grandes esperando su oportunidad, como bien sabe el Cholo Simeone y el Atlético de Madrid. Dos de dos. Sin que se note mucho.