Benítez ha firmado su propio certificado de defunción como entrenador del Real Madrid tras cometer un error de Básico 1: culpar a la prensa de tus males o de los males del club que te paga y el presidente que firma tus cheques. No es que no tenga razón en, por el momento, entrenador madridista, que en parte la tiene, no, pero nunca, jamás, never, never, never, que diría Florentino, te metas con ese avispero llamado prensa deportiva. Siempre, siempre, siempre saldrás perdiendo.
Es una pena, porque dicen quienes conocen bien a Benítez que es un buen entrenador, un buen tipo y una persona entregada a su trabajo, que piensa y vive por y para el fútbol. Desgraciadamente , Benítez se ha equivocado y ha demostrado un sorprendente desconocimiento sobre cómo funcionan las cosas en un equipo grande, inmenso, como es el Real Madrid. Rafa tiene razón señalando a las campañas mediáticas pero olvida intencionadamente lo fundamental: el peor y más implacable de sus enemigos es el de su propia casa, el de la planta noble, el que le desautoriza privada y públicamente, el que filtra que no se hace con las riendas del vestuario, el que cuestiona sus decisiones deportivas, el que promueve con los voceros amigos -muy numerosos- campañas para ver cómo sentaría entre los aficionados el regreso de Mourinho o el estreno de Zidane, el que te pone a los pies de los caballos por un error burocrático como el que causó la eliminación en Copa, sin ser responsabilidad directa del entrenador; el que, en definitiva, prefiere fomentar que el público silbe en el Bernabéu al entrenador en lugar de protegerlo porque así se esconde del malestar de los aficionados. Esto es lo que calla Benítez.
La rueda de prensa de Rafa Benítez suena a huída hacia adelante, a declaración de últimas voluntades de quien se sabe desde hace semanas sentenciado y pretende salir lo más indemne posible, pero sin molestar mucho al que manda, que hay que seguir trabajando. Hoy, los que escriben al dictado -muy numerosos- ya se han encargado de ratificar la condena. Falta ver la reacción del público en el Bernabéu, porque la del que firma los cheques hace tiempo que está clara. Lo que todavía se desconoce es hasta cuándo Benítez le servirá de paraguas.