Es fácil imaginar a Florentino Pérez aturdido, anonadado, preocupado y, sobre todo, desconcertado por todo lo que está sucediendo en el club que preside. Es fácil imaginar al veterano empresario y dirigente deportivo preguntarse en qué se ha equivocado para que todo esté saliendo tan mal, tan lejos del plan perfecto que había diseñado para llevar al Madrid a la cima de la gloria. Los errores de Florentino.
Un club es como una empresa. Un solo capitán en el puente de mando para evitar los vaivenes continuos propios de un gigante como es el club blanco. Si soy capaz, se decía Florentino, capaz de dirigir una multinacional que construye puentes y autopistas en medio planeta, llevar un equipo de fútbol es pan comido. Solo necesito un buen capataz para conducir a los mejores jugadores del mundo. Florentino no contaba en su perfecto esquema que este negocio depende de si una pelota entra o no en una portería, lleva ya 10 capataces sin encontrar aun al más adecuado a sus planes y en cuando a las estrellas, solo le han proporcionado disgustos, vestuarios envenenados y menos títulos de los previstos.
Negocios y política van de la mano. Su pasado como concejal le enseñó que la suerte económica de un club, aunque sea el más importante del mundo, depende muchas veces de una recalificación urbanística o de una licencia de obras. De ahí su empeño en convertir el palco del estadio en gigantesco club de negocios. Si no eres alguien en este país, olvídate de ser invitado. Lo que no contaba es que cada cuatro años hay una cosa llamada elecciones municipales y a veces se producen sorpresas que paralizan ampliaciones y otros negocios paralelos.
Domina a la prensa. Imprescindible contar con un canal propio de televisión como si fuese una tele pública al uso, manejada por el poder del turno para amplificar en mensaje. Después, construir una red de periodistas amigos, algo nada complicado ni oneroso. Antes, la prensa se vendía por un juego de toallas con el escudo del club. Ahora, con un par de filtraciones exclusivas y cierta prioridad en las entrevistas, te besan la mano. El problema es que la prensa siempre se une al rincón que más calienta y, cuando huele sangre y debilidad, huye y te abandona como si tuvieras peste.
Controla a los socios. El club es una empresa.Los socios, sus accionistas. Si dominas las asambleas dominas el club. Además, les obligas al suicidio colectivo, fenómeno digno de estudio, para que aprueben que solo el 0,002% de los socios puedan ser algún día presidente y cierras el círculo perfecto. Lo que no ha podido evitar es que la turba de cuando en cuando se amotina y a sus oídos lleguen los insultos, gritos y silbidos del espectador molesto. Una vez tuvo que salir huyendo del club y va camino de la segunda. Lo malo para Florentino es que, después de tantos años, sigue sin entender de qué va este negocio llamado fútbol…