Acusar a Rafa Nadal de ser un deportista tramposo es cíclico, como las fases lunares. Aparece un ministro o ex ministro de la cosa del deporte francés, deja caer que el tenista español se mete de todo, se monta el lío diplomático en los medios -el político, por ahora, sigue en funciones- hasta que se vuelve a enfriar pasados los días y hasta que vuelva a asomar un ministro, ex ministro, ex tenista o ex lo que sea y repetir el proceso. Aburrido. Como lo es también la, a veces, rancia reacción desde España, apelando a los mismos argumentos pseudo patrióticos para defender a Nadal ¿De verdad los franceses nos tienen tanta envidia? ¿Siguen siendo unos chovinistas sin remedio nuestros vecinos del norte? ¿Tienen razones de peso para sospechar del deporte y de los deportistas españoles?
En primer lugar, afirmar que los galos nos tienen manía porque les ganamos en todo es un topicazo que no se sostiene ante la tozuda realidad, las pistas de París puestas en pie ante Nadal y las numerosas portadas de la prensa gala en honor del mejor tenista español de todos los tiempos. Aplíquese lo mismo con la selección española de fútbol, de baloncesto, etc. etc. etc. Las acusaciones de dopaje son siempre aisladas y, curiosamente, con mayor repercusión y alcance entre los medios españoles que entre los medios franceses. Quizá sea porque nadie, jamás, ha ofrecido una sola prueba para sostener la sospecha o porque, como acaba de suceder con el caso de María Sharapova, hay controles en la ATP y funcionan, caiga quien caiga, se llame como se llame el tramposo o tramposa ¿Entonces, por qué se repiten las insidias?
Posiblemente el gran culpable de la mala imagen exterior sea el propio deporte español. España, mal que pese, sigue siendo, aunque en menor medida que años atrás, El Dorado del deportista tramposo. El cierre en falso de la Operación Puerto, denuncias que no llegan a ninguna parte, más allá del desprestigio y estigma del propio denunciante; investigaciones chapuceras, legislación laxa, sensación de cierta impunidad según qué deporte, desidia de las autoridades a cargo del deporte…munición más que suficiente para sembrar la sospecha.