El Barça ha ganado la Liga, pero da la sensación de que ha sido por una suerte de casualidad perversa. Que no se la merecen, vamos ¿Ves como eres un perfecto bocazas, Diego Simeone? Para que luego digas que el título tenía dueño desde el minuto uno, recuerdan los siempre ponderados periodistas, al técnico del Atletico. Que el Barça ha vuelto a ganar con la inestimable colaboración del búnker federativo, ese que domina este cotarro desde siempre y decide quién gana y quien pierde. Algo huele a podrido en la Liga de las Estrellas, la de los maletines y de las corruptelas.
Ha terminado, por fin, la Liga de las bajas pasiones, de las sospechas y de los peores instintos. Todo sea por tener un espectador más en la tiránica ley de las audiencias (¿el Barça ha ganado por méritos propios o por las cagadas de los demás? se preguntaba muy seria la tele publica, la que pagamos todos a escote). Todo sea por vender un periódico más en la maltrecha cuenta de resultados de la prensa deportiva (capítulo aparte merece este asunto para preguntarse si no será que el lector está cada día más aburrido de lo que se encuentra en el kiosco). Todo sea por tener a un oyente más con el que presumir de EGM, ese estudio de audiencias en el que nadie cree y en el que cada tres meses todos ganan.
Tampoco se libran los perdedores, aquellos que han suspendido el curso y purgarán su castigo en Segunda División. Como malos estudiantes que son, buscan desesperadamente una excusa con la que justificar la catástrofe. Es más fácil echar la culpa a una campaña arbitral o poner a parir a ese equipo que no mete la pierna en la ultima jornada, que reconocer que has metido la pata hasta el corvejón con el entrenador, los jugadores o que has echado a tus propios socios de tu propio estadio porque diriges el club como si fuese un cortijo. Para ser la mejor Liga del mundo mundial, la verdad es que disimula muy bien sus altas dosis de miseria…