Una de las grandes paradojas que nos ha dejado este Mundial recién concluido es que no hemos ganado nada, pero hemos ganado todos. No vayan ustedes a pensar que nos íbamos a ir de vacío de Brasil. Somos los ganadores morales de Maracaná. Así, como suena. La Alemania que anoche levantaba el trofeo es la digna heredera del tiqui-taca, o tiqui-taquen, como se apresuraron a bautizar los animosos comentaristas de la televisión patria. Si Joaquim Löw y demás cuadrilla de bebedores de cerveza y comedores de salchichas pensaban que si éxito es casual, error.
Nos da igual que Götze no naciera en Albacete. Para nosotros, el autor del gol de Alemania es más de Fuentealbilla que Iniesta. Es más, don Mario es lo que es gracias a Guardiola. Si no fuese por el mago de Sampedor, de qué este muchacho iba a ser historia pura del fútbol mundial. Un año con Pep en el Bayern da para eso y para mucho más. Y también nos podemos atribuir el Balón de Oro del Mundial brasileño. Vale que este año da la impresión de que a los miembros de la FIFA que participaron en la votación se les había ido la mano con la cachaça. Da lo mismo, el premio es para Messi y podemos también presumir de nuestra parte alícuota en el asunto. Y da lo mismo que ahora salga el aguafiestas de turno para decir que Messi se ha pasado andando más de la mitad del Mundial y que, desde octavos de final, solo le ha faltado sacar al campo el libro de Vacaciones Santillana para no aburrirse. Le han dado el Balón de Oro y eso es lo que cuenta, ¿vale?
El argumentario es el siguiente: gana Alemania. Alemania ha copiado punto por punto el modelo de la Roja. El modelo de la Roja es el tiqui-taca. Los artistas del tiqui taca son jugadores como Iniesta, Xavi, Busquets, Cesc, Pedro, Piqué y demás. La mayoría de estos jugadores juegan o jugaban en el Barça (el de antes, que el de ahora no lo reconoce ni la mismísima que lo trajo a este mundo ingrato). El Barça en el que esos jugadores aprendieron a hacer lo que hacen estaba dirigido por Pep Guardiola. Ergo… el ganador del Mundial ha sido Pep Guardiola ¿Ven lo fácil que es tener una mente positiva para ver el lado bueno de las cosas? Es ponerse a ello.
No nos engañemos. Ayer la mayoría de los espectadores españoles iban descaradamente con los alemanes por las razones convenientemente explicadas en la anterior entrega de esta modesta columna. Y mira que se pasó mal, con un árbitro, el italiano, que hizo bueno a nuestro Velasco Carballo. Inciso: pintamos menos en la FIFA que la Tomasa en los títeres. Que el presidente Villar no lograra colocar a nuestro internacional o que tuviéramos que esperar a que jugase Argentina para que se pudiera guardar un minuto de silencio por Alfredo Di Stefano… Cerramos inciso. A lo que íbamos. No nos apetecía nada ver a Argentina y su juego pestoso ganar el Mundial, así que celebramos la victoria de la Mannschaft como si fuese propia. Bueno, de nuestros hijos. Así los ridículos duelen menos y como quien no se consuela es porque no quiere… Pues eso.