Siete partidos entre los mismos dos equipos en la misma temporada. No me negarán que es un soberano coñazo. Se imaginan jugar siempre contra los mismo once tipos en las pachangas de los domingos? ¿No han escuchado eso de la variedad y el gusto? Pues eso es el sentimiento que provoca el enésimo Atlético-Real Madrid del año. Oiga, que se va a llenar el campo, que se montaron las tercermundistas colas habituales para comprar una localidad y que, dicen, que se venderían veinte mil entradas más si el Calderón fuese más grande. Todo lo que quieran, pero es un peñazo.
Ya me dirán cómo los redactores que hacen cada día la información de los dos equipos venden páginas y páginas sobre un partido repetido. Admirable esfuerzo. En esta ocasión, se ha tirado de manual. Recordar la final de Lisboa, recuperar el argumento de la venganza, de las ¿viejas? cuentas pendientes y desterrar la maldición de las derrotas fraguadas en el último minuto del partido, por el habitual culo del rival ¿Los vecinos? Pues a tirar de la BBC y de lo bien que se le da a Cristiano la portería con rayas rojiblancas. Hasta hay lanzamientos florales entre los entrenadores. Demasiado buen rollo empalagoso. Mal asunto. Así no vendemos ni una escoba.
Es aquí donde entran, entonces, en escena los embarulladores profesionales para insinuar que el paraíso Simeone ha pasado a mejor vida, que Torres está mosqueado porque no juega los minutos prometidos, que a Mandzukic le ponen el cartel de ‘se vende’ en junio,que ya no hay la misma sintonía entre el Cholo y sus ayudantes tras la renovación del jefe…seguro que al maestro de esa religión sin ateos llamada fútbol, Eduardo Galeano, le provocaría mucha bronca muchas de las cosas que se escriben.