Ya hemos hablado en ocasiones anteriores en esta Taberna de Fernando Llorente y de nefasta gestión que se hizo de su salida del Athletic. Ha pasado ya un año desde que abandonase San Mamés y no parecen irle demasiado bien las cosas. Esta semana, Llorente ha regresado a España para disputar la Champions con la Juve en el Bernabéu, por lo que se ha convertido en el lógico objeto de numerosas entrevistas para los medios españoles. Decepción e incredulidad son las palabras que mejor reflejan las sensaciones que ha dejado el navarro con sus palabras y son muchos los que comparten esta opinión. Necesita con urgencia un asesor de imagen o, cuando menos, alguien que le inyecte en el cerebro un mínimo de sensatez, porque pocas veces se pueden leer tantas barbaridades por centímetro cuadrado de entrevista como en las de Fernando Llorente.
Resulta cuando menos llamativo que un jugador diga que en Italia está entrenando más que en toda su vida como rojiblanco, especialmente en el periodo Bielsa, tanto por intensidad como por tiempo dedicado a las sesiones preparatorias, y que se siente feliz por ello cuando él mismo era quien se quejaba del lo ‘duro’ que era estar bajo las órdenes del ‘Loco‘, algo que le valió incluso ser expulsado de un entrenamiento. Otra de las perlas que ha dejando Llorente es que en Italia hay menos margen de maniobra para el futbolista al estar el juego muy encorsetado por la táctica, añadiendo que es muy complicado para un jugador manejar lo que tiene que hacer en cada momento, en cada jugada sobre el terreno de juego. Si la altura de Llorente le hubiera llevado a jugar en la NBA, le petaría el disco duro en un equipo dirigido por George Karl nada más recibir el tocho con todas las jugadas de la temporada. No dejan estas palabras precisamente en buen lugar al navarro comparado con un tipo con muchos menos estudios, cultura, medios preparación y una infancia realmente terrible, como es el caso de Carlos Tévez que, sin embargo, se ha acoplado al fútbol italiano sin el menor problema.
Fernando Llorente padece el típico problema del futbolista sobrevalorado, que ha vivido durante mucho tiempo en una burbuja artificial, fabricada a su medida y en la que todo era de color de rosa. Hasta que sonaron las campanadas de la medianoche y el Príncipe Bello de las pelis se convirtió en rana, descubriendo con pavor que fuera hace mucho frío. Uno de los grandes añorados de esta Taberna, Manel Comas, dijo en su día cuando entrenaba el Caja San Fernando del estadounidense Demetrius Alexander que era un N.A.F., es decir, Negro Atlético Fraudulento, por su bajo rendimiento y sus conflictos con la disciplina en la cancha y la ley fuera de las pistas. Cambien el Negro, pongan Guapo y ya tienen la definición de un tipo de futbolistas, los G.A.F.. jugadores que viven en un mundo irreal de las rentas de un pasado con cierto brillo. Si a Llorente le han pasado por la izquierda hasta jugadores como Diego Costa ante una hipotética convocatoria para la selección, entonces es que tiene un serio problema. Aunque no lo quiera ver. Aunque haya marcado de nuevo en Madrid. Aunque un sector del Bernabéu le aplaudiera en el cambio.