“¿Alimentar al niño?
SI,
pero no solamente con leche. Hay que tomarlo en brazos.
Hay que acariciarlo, acunarlo.
Y masajearlo.
Hay que hablar a la piel del pequeño.
Hay que hablarle a su espalda que tiene sed y hambre
Igual que su vientre.”
Frederick Leboyer (nov. 1918 – …)
Cada vez son más y más los estudios que demuestran que el contacto es necesario, sobre todo, en nuestros primeros momentos de vida.
Además, el poder reparador de las caricias va cobrando fuerza con el paso del tiempo.
El tacto es el primer sentido que se desarrolla en el útero y el último en desaparecer antes de nuestra muerte. El tacto es el último sentido sin el cual no podríamos sobrevivir. Por lo tanto, si masajeamos a nuestro bebé, le aportamos confianza y vamos creando un vínculo que les da seguridad a nuestros bebés así como a nosotros mismos.
Es una herramienta que nos ayuda a conocer mejor a nuestro hijo; le damos el calor que necesita, el contacto piel con piel hace que se liberen hormonas que generan un comportamiento cariñoso y a la mamá le ayudan con la producción de leche. Ayuda a relajarse y la comunicación a través del tacto se convierte en un lenguaje que el bebé puede reconocer fácilmente.
El masaje infantil también cuenta con otros factores, además del tacto, que ayudan a formar un vínculo con nuestro hijo:
– Contacto visual: al nacer, el bebé puede ver objetos a una distancia de entre 18 y 30 cm, que es aproximadamente la distancia entre el pecho y los ojos de la madre cuando le sostiene en brazos. Por lo tanto el contacto visual es una poderosa herramienta para comunicarnos con nuestro bebé ya que poco a poco iremos comprendiéndole mejor.
– Olor: el olor se procesa en la parte reptiliana (primitiva) del cerebro y un recién nacido puede distinguir el olor de su madre del de otra mujer.
– Oído / Voz: el desarrollo del oído comienza en el útero, con los latidos del corazón y la voz de su madre. Cuando ya han nacido, los bebés prefieren tonos agudos. Durante el masaje, el pedir permiso, cantarle suavemente, hablarles y emitir sonidos, es una manera más de diferenciar al papá o a la mamá y sentirse seguro junto a ellos.
– Llanto: es su forma de comunicación y estimula el reflejo de secreción de la leche materna. Por lo tanto, el tipo de respuesta que los padres den al llanto del bebé tiene influencia sobre la relación y el vínculo. Es importante escuchar y comprender las señales del bebé y comprender qué es lo que nos está comunicando a través de sus distintas maneras de llanto.
– Sonrisa: las sonrisas son contagiosas y cuando masajeamos a nuestros bebés, y le lanzamos una sonrisa, crea un sentimiento de amor y unión entre ambos.
– Amamantar / alimentar: las papilas gustativas se forman aproximadamente a las 8 semanas de gestación. La lactancia materna y alimentación forman un proceso importante del vínculo y, aunque no se refiere directamente al masaje, es importante considerar que antes que terminar el masaje o comenzarlo, debemos escuchar a nuestro hijo y alimentarle.
– Imitación y sincronía: el bebé dentro del útero tiene una sincronía total con su madre. Por lo tanto los ritmos vitales de la madre inciden directamente en la experiencia del bebé. Es bueno y positivo para el bebé adquirir unas rutinas a la hora de dar el masaje y así se va sintiendo cada vez más seguro.
Cada vez hay más iniciativas donde poder asistir a clases de Masaje Infantil para nuestros bebés y socialmente parece que está cada vez más aceptado que es muy positivo para su desarrollo motor y cognitivo; y sobre todo para que el bebé gane en confianza y desarrolle un vínculo afectivo con sus progenitores.
Me siento tan orgullosa de ser Educadora de masaje infantil por AEMI (Asociación Española de Masaje Infantil: masajeinfantil.es), y es tan bonito el poder acompañar a mamás y papas, que recomiendo a todo aquel que le pique un poco el gusanillo que haga el curso para poder alimentar su pasión si así lo desean. Si tenéis cualquier consulta podéis dejar un comentario. Además siempre estoy disponible en cristina@froggies.es