Cada vez hay más familias que se preocupan por cómo se trabaja con el niño en cualquiera de los eventos infantiles. Como directora de Froggies, me apetece referirme al aumento del interés de algunos padres por lo que sucede en una fiesta infantil. Cada vez hay más inquietudes, información acerca de la infancia y mayor valor de cada momento que experimentan sus hijos. Por lo tanto, siento que cada vez más familias se preocupan por ofrecer a sus hijos una fiesta de calidad también a nivel emocional para que pueda convertirse en un recuerdo, quizás robusto, que podría quedar grabado en su manera de ser.
Esto nos lleva a muchos a experimentar una mayor consciencia acerca de lo sucede realmente en una fiesta infantil.
Los niños se juntan durante una media de 2 horas en un espacio, a veces conocido para ellos y otras desconocido; en el que llevan a cabo habitualmente un juego dirigido a través de actividades diversas, como baile, música, espectáculos, talleres o juegos variados.
En esas dos horas hay principalmente diversión, aunque a veces hay algún niño que no lo pasa tan bien.
Yo valoro sobremanera a esos niños menos sociables que la media, cuya inteligencia principal suele ser la intrapersonal y lo de estar en grupo no les va mucho. Esos niños sensibles a mensajes de ánimo grupal que no se sienten cómodos si no se les permite llevar su ritmo y detectar sus necesidades. ¿Por qué me parece interesante hablar de lo que sucede en las fiestas infantiles desde el punto de vista del niño “diferente” según los patrones aceptados socialmente? Porque quería recordar lo importante que es elegir bien quién organiza la fiesta de tu hijo para que todos, cada uno a su manera, disfruten de vuestra celebración.
Considero que es prácticamente imposible que durante las 2 horas de fiesta el 100% del grupo mantenga la atención todo el tiempo. Por lo tanto es muy importante que los guías del evento puedan improvisar y saber escuchar aquello que el grupo necesita en cada momento. Se mueven tantas emociones entre los niños que sólo con llevar nuestro corazón con auriculares podemos saber qué hacer en cada ocasión para que el grupo respire o juegue al ritmo del propio grupo.
Me parece maravilloso saber dejarse llevar por los niños y poder orientarles y acompañarles respondiendo al mismo tiempo a aquello que la familia buscaba, a lo que sabes que ellos quieren y a lo que sientes que necesitan. En eso trabajamos cada día.
Porque si cada vez somos más conscientes de la importancia de todas las experiencias que viven nuestros pequeños, seguro que dedicamos tiempo valioso a la búsqueda de empresas que consigan todo esto: que sus raíces se rieguen de recuerdos válidos y le ayuden a tener una mejor autoestima y seguridad en sí mismos. Porque esto también puede suceder en varios pedacitos de 2 horas.
Son muchas las fiestas a las que van nuestros hijos todos los años. Busquemos bien qué hacer porque no sabemos cuánto azúcar o cuánta sal podremos sacar de esta experiencia.
Publicado en la revista Sapos y princesas. ¿Qué sucede en una fiesta infantil?