Hace unos días pude disfrutar de la mejor obra de teatro que he podido ver para la primera infancia: “Afuera es un lugar”. No sólo por la obra en sí, llena de elementos visuales, sonoros y pedagógicos; sino también por tener un mensaje oculto de lo más reivindicativo.
Afuera es un lugar habla del viaje que hace un niño cuyos 3 primeros años ha crecido y vivido junto a su madre, presa de una cárcel. Hoy en día los niños menores de 3 años cuyas madres están en prisión no pueden salir de la cárcel durante sus 3 primeros años de vida.
Y no contentos con ello, no sólo no pueden salir; sino que cuando cumplen 3 años, ya no pueden volver a entrar con su mamá.Siento que es una situación antigua, una de tantas hacia las que el Gobierno no quiere mirar. Si no podemos plantear pisos tutelados, como hacen en otros países, ¿no se podría ofrecer un régimen de salidas y entradas para estos niños? ¿No podrían sus familiares permitirles conocer el mundo más allá de los muros de prisión?
Según tengo entendido, estos niños suelen tener problemas de visión. El no poder tener un horizonte que divisar les hace tener dificultades en la vista. Y seguro que éste es sólo uno de tantos problemas…
La obra fue maravillosa, preciosa. Este niño inquieto y con ganas de descubrir mundo inicia un viaje particular por la naturaleza donde descubrirá por primera vez, y sin la compañía de su madre, a qué huelen las flores de verdad, cómo vuelan las mariposas, cómo son las cascadas, los lagos, el agua, el sonido de los pájaros y todo lo que sus sentidos capten en ese primer viaje.
Y, aunque al terminar la obra, vuelve a los brazos de su mamá para contarle sus hazañas y aprendizaje, sabemos que hoy en día, esos niños de 3 años que descubren el mundo por primera vez fuera de prisión, jamás podrán volver a acurrucarse largas horas en los brazos de su madre si ésta sigue en prisión.
Sólo puedo mandar aplausos a la compañía por esa labor tan profunda que están desempeñando en todos los niveles. Ojalá su lucha consiga llegar donde tenga que llegar y la situación de los niños de la cárcel cambie, al menos, un poquito.
Disfruté muchísimo de la puesta en escena, de la música, de las sombras, de las ideas creativas y sobre todo de ver a mi hija de 2 años y 3 meses cómo mantuvo la atención durante los 45 minutos aproximados que duró la función. Aún hoy sonríe y recordamos esa obra de teatro al ver la ballena de papel que nos regalaron casi al terminar. Esa ballena que, acompañada de otras tantas figuras de papel, salía de las nubes que nos permitían imaginar, crear y sobre todo compartir con nuestros hijos.
Gracias de corazón y enhorabuena por todos los premios.
Estáis haciendo una labor impecable.