“La lactancia no es una moda, es una norma”. Paloma López. Matrona.
Esta ha sido una de las frases de la conversación que hoy he mantenido por primera vez con Paloma, la matrona del Centro de Salud que me corresponde.
Ha sido como entrar en un lugar lleno de nubes. Las mismas nubes que flotan en los anuncios de compresas que te ayudan a que tu feminidad huela a a ese olor tan poco femenino.
Al hacerme una citología me ha tratado con respeto (algo que valoro mucho y sobre todo en el entorno sanitario) y, cuando le he contado que soy asesora de masaje infantil y de lactancia, me ha invitado a pensar si querría montar un grupito sin ánimo de lucro para ayudarles a ellas, las matronas del centro y a las mamás, para aprender todas juntas.
Así me lo ha “vendido”: para aprender las unas de las otras. Qué visión tan onírica y esperanzadora. Mujeres lactando entre algodones; bebés que no lloran apenas; mitos de lactancia desterrados; mastitis, las justas; llanto acompañado a madres e hijos; visitas que traen comida y limpian de paso el saloncito de nubes de algodón de azúcar; olor a bebé; masajes y canciones como banda sonora; y como incienso, mucho mucho, pero que mucho amor.
Porque días como hoy me hacen confiar, confiar en que otro mundo es posible y en que, criemos y eduquemos como sepamos y podamos, seremos los mejores padres para nuestros hijos.
Porque, aunque nos equivoquemos o no sepamos corregirnos, cada vez hay más ambientes en esta sociedad que nos invitan a mimar de otra manera, a tocar sintiendo música, a querer a conciencia y sobre todo a demostrarlo, a jugar sin miedo alguno y a aprender por encima de todo al lado de nuestro pequeño, ese maestro que hace de espejo para encontrar en él aquello que debemos encontrar en nosotros mismos.
Porque veo esperanza en este mundo de locos.
Porque también veo que cada vez volvemos a buscar aquello que nos conecta con nuestra verdadera esencia. Habrá quien lo consiga a través de canciones; otros, de masajes; o de lactancia; o de biberón lleno de amor; o de bailes; o de piel con piel; o de colecho o de minicunas; o yendo de conciertos; o tomando copas o haciendo el amor. Lo que sí tengo claro es que cada vez siento más interés social en esforzarnos por acompañar a nuestros hijos de la mejor manera que sabemos y para la que nos hemos preparado: recabando información verídica acerca de lo que los bebés, futuros niños, necesitan.
Porque gracias a Paloma, hoy veo de nuevo otra luz en el futuro de esta sociedad. No sólo por la lactancia, sino por lo que significa que una matrona de un centro de salud público diga esta frase tan contundente y promueva espacios donde los bebés y sus familias se encuentren acompañados, respetados y viviendo su puerperio con la naturalidad que necesitan.
Gracias Paloma por la labor que estáis haciendo. Porque es maravilloso encontrar gente que piensa en aprender de todos y de todo. Cuenta conmigo!