Hace unas semanas leí un artículo en el que Keira Knigtley afirmaba que había prohibido ver a su hija películas de Disney. Dice exactamente:
Obviamente.
Para quien no lo sepa, La Cenicienta es cuento escrito por Frances Perrault en 1697. Es un cuento clásico. Con cientos de años de historia. En 1950, Disney versionó el libro y lo convirtió en película. Hace 68 años. Lo mismo ocurre por ejemplo, con La Bella Durmiente. Y así otros tantos.
Antes de nada, quiero decir que tanto Keira Knightley como cualquiera, es libre de poner en su casa las películas que quiera. La manera que cada padre elige para educar y trasmitir sus valores, es muy lícita y merece todo el respeto. Pero… ¿de verdad hacen tanto daño las películas de Disney? Películas que además de estar basadas en cuentos escritos hace 300 años, están hechas en el siglo pasado, respondiendo a una realidad social muy diferente. Me preocupan más algunas series costumbristas que veo en canales infantiles (sobre colegios, institutos…) creadas en la actualidad, con bastante poco fondo y sentido para mis hijos, que La Bella Durmiente. Disney y sus películas, han sufrido una evolución en su historia y han adaptado el papel de la mujer a sus películas. Ahora, Vaiana (una de las favoritas de mi hijo por cierto) es una luchadora que sale sola al mar a batirse con un monstruo de fuego para salvar a su pueblo. Una película de princesa sin príncipe, por ejemplo. O Frozen, donde tampoco hay príncipe que salve a princesas, si no princesas que se salvan a ellas mismas.
LOS ESTEREOTIPOS DE GENERO
Este tema de las princesas no hace más que traer a la actualidad los estereotipos de género. Los estereotipos de género vienen a ser las características comúnmente aceptadas sobre los roles que deben tener los hombres y las mujeres. Hoy en día hay muchos. Nos dejan en peor lugar a las mujeres. Que las mujeres somos más débiles, que tenemos mayor capacidad para la cocina y el hogar (al que dijo esto le quiero conocer yo…que no sé encender el horno) o que somos más sumisas son algunos de los estereotipos que se nos atribuyen. Podéis leer más sobre ello en este artículo. Pero no creo que en las películas de princesas esté el problema.
Keira Knightley no le pone películas de Disney. Hay madres que deciden no vestir de rosa a sus hijas. ¿Es de verdad tan dañino vestir de rosa o ver películas de princesas? No veo a ningún padre/actor o madre/actriz saliendo a decir que por favor, no pongan más Superman, que su hijo va a crecer creyendo que tiene superpoderes y que puede volar. ¿Qué diferencia hay entre Cenicienta y Superman? Los dos son estereotipos.
¿DONDE ESTÁN LOS REFERENTES DE NUESTROS HIJOS?
Están en casa. Somos sus padres sus referentes. Ni la Cenicienta, ni la Bella Durmiente, ni Superman, ni Cristiano Ronaldo. Para mi hijo de 6 años, su referente somos sus padres. Es el espejo en el que se mira y se mide. Igual que mi hija. Y os cuento varias cosas. Mis hijos han ido estereotipados en colores toda la vida: mi hijo nació de azul y mi hija de rosa. Los cuartos están decorados en esos colores. No ha influido en nada.
Telmo, juega a los bebés y a las cocinitas desde pequeño. También es un fútbol freak (inculcado por mí, que soy futbolera), vive pegado a un balón. Ha visto unas 57 veces Frozen y unas 100 Vaiana. También Cenicienta, Blancanieves, la Bella Durmiente etc… Y tiene todos los superhéroes con los que juega a menudo. ¡Ah! se pinta con mis pinturas a veces y se pone mis tacones. Yo, no he influido en nada. Bueno en el fútbol sí. Pero en el resto, él libremente ha elegido lo que quería ver, a lo que quería jugar… sin que nadie le dijera si es de niños o de niñas.
Valeria, entre sus primeras palabras junto con mamá… destaca una muy clara: GOL. La dice todos los días cuando juega en el salón a fútbol con su hermano. Adora el futbolín, y sienta a todos sus muñecos a jugar con ella. Tiene un carrito de muñecos. Juega con los dinosaurios de su hermano, los coches y los superhéroes. Peina a las muñecas. Y ve los partidos con nosotros. Yo, tampoco he influido en nada, más que como con su hermano, en el fútbol.
COMO INTENTAR EDUCAR SIN ESTEREOTIPOS
Los estereotipos de género están en todos los sitios. En las tiendas de juguetes, en la televisión, en las series… se debe hacer un gran trabajo de transformación social para que vayan desapareciendo. Pero mientras esto ocurre, el trabajo del día a día lo tenemos los padres con nuestros hijos. En nuestras casas están los adultos del futuro y en nuestras manos está enseñarles que los hombres y las mujeres somos iguales, y que no hay tarea, ni obligación implícita por el sexo al que pertenezcamos. Que los chicos pueden ir de rosa, y las chicas de azul, si quieren. Que las niñas pueden jugar a fútbol y los niños a casitas.
La igualdad se enseña desde casa. Con el ejemplo de padres correponsables. Con padres implicados en todas las tareas de la familia. La desigualdad no está en ponerles películas de Disney a las niñas, está en no explicarles que es una fábula de hace 300 años que responde a otra realidad histórica. La desigualdad está en no ofrecer las mismas oportunidades a niños y a niñas. La desigualdad está en caer en estereotipos como que las mujeres tienen que cocinar, o coser, o que los chicos no lloran y las chicas sí; que los héroes son sólo hombres. Con el ejemplo y con la educación en igualdad que les demos los padres, no hay problema en que vean La Bella Durmiente. Basta con explicarles que nadie duerme 100 años por pincharse con una rueca, ni se despierta con el beso de un príncipe.
Cuando vea estas películas con mi hija, le explicaré que no es nada más que un cuento. Que esas cosas ya no existen. Igual que no existen cerditas pequeñas que hablan como Peppa Pig, tampoco corresponde a la realidad actual una princesa que va en una calabaza a un baile.
Dicho todo esto, y retomando la frase de Keira Knightley sobre la pobre Cenicienta, quiero decir que no era raro para ella estar sentada en su casa esperando a un tipo rico para casarse. No hizo nada que no se esperase de ella en 1697, que es cuando fue creada. Más bien, fue bastante lista para su época: se escapó al baile y se ligó al más guapo y al más rico.