Desde que soy madre vivo cansada. Y desde que tengo 2 hijos mejor no os lo cuento.
Desde que me levanto hasta que me acuesto tengo la sensación de vivir varios días en el mismo. El silencio de la mañana cuando desayuno sola (yeahhhh) antes de que se levante nadie; el momento en el que ya estamos preparados y levantamos a los niños para desayunar con ellos y vestir (su momento por la mañana); la jornada en el trabajo; la vuelta a casa con baños, cenas y bailes de cama. Y vuelta a empezar.
Una marathon, diaria. Este ritmo no conoce de sábados, domingos ni festivos. Es alta velocidad 24h/7.
Y sólo he contado el área operacional: colegio, comidas, ropas, baños… Pero, la maternidad tiene un componente de gestión muy alto. Gestión del colegio, las extraescolares, cumpleaños, vida social… Y sin olvidar el componente emocional: educar, dar cariño y amor. Resumiendo, llego a la noche como si hubiera culminado una etapa del Camino de Santiago.
Para todo esto, es fundamental estar bien. Físicamente, para resistir los días después de las noches toledanas. Emocionalmente, para estar a la altura de los retos diarios de la educación. Yo noto muchísimo como se me van la fuerza y la paciencia con mis hijos cuando no estoy bien. Especialmente, cuando estoy cansada mentalmente. Ahí, flaqueo en todos los ámbitos.
Tuve una época en la que no entendía este cansancio. Me sentía culpable por no llegar a todo. Me debía creer Superwoman… No entendía porque me encontraba agotada física y mentalmente. Hasta que empecé a enumerar todo lo que hacía para mi familia versus lo que hacía para mí. Porque, señores, yo también tengo derecho a tener un momento para mí al día. Para respirar, para descansar, para pensar en mis cosas. Desconectar. Resetear. Hasta que no entendí que la fuente de mi cansancio, más allá de factores físicos y emocionales normales, venía de que no hacía nada que a mí me gustara, no me cambió el chip.
¿COMO ENCONTRAR EL EQUILIBRIO?
Es muy difícil. Pero es muy necesario. Encontrar momentos para mí me hizo sentirme en control de mi vida. Me hizo sentir feliz y todo eso, se tradujo en una mejora de mi vida familiar. Este discurso es el mismo que se usa en recursos humanos de las empresas; empleados motivados y contentos son más productivos. Madres felices son madres más productivas, más pacientes, más resolutivas. No mitiga el cansancio diario, pero me hace vivirlo de otra manera.
Os cuento las claves de mi equilibrio:
Todas estas cosas, me hacen recuperar la cordura. Me dan fuerza. Me hacen salirme de la rutina. Descansar la mente. Y estar fresca y fuerte para lo mejor de mi vida, que es mi familia. Padres felices, familia feliz.