El primer hijo, es la mayor felicidad. Y el mayor shock. A partes iguales. Los hermanos que vienen detrás, completan la felicidad.
El nacimiento del primer hijo me sumió en un enamoramiento, que me va a durar para toda la vida, porque es mi niño. Y cuando le vienen los celos de su hermana, él es “mi primer niño“. Y eso, no lo puede cambiar nadie. Mi hija es mi “mi niña”. La pequeñita, la segunda de abordo, como la llamamos en casa.
También me sumió en un shock que me duró unos meses. Shock, en mi caso, por la falta de sueño y la demanda. Creo que fueron las dos cosas que más me impactaron en las primeras semanas. Pero shock también por los sentimientos que generaba en mí. Por el cambio de vida. Ya lo decía mi primer post aquí, nada te prepara para la dimensión de la maternidad.
¿QUIEN ES EL PRIMER HIJO?
Marca ser el primer hijo. Yo no lo he experimentado, porque soy hija única. Sin embargo, he percibido que los caracteres de los primogénitos son muy diferentes a los segundos o terceros hijos. Los primeros, viven una situación única e irrepetible, y experimentan algo que ningún hermano suyo podrá hacer: son los que han estado solos con sus padres. Los hermanos mayores luchan por mantener su sitio, los hermanos pequeños luchan por ganárselo.
Pero… ¿quién es el primer hijo?
¿QUÉ ENSEÑAN LOS PRIMEROS HIJOS?
A nosotros, Telmo nos ha enseñado a ser mejores personas. Juntos hemos aprendido, hemos crecido y hemos madurado. Es gracias a él que Valeria tiene unos padres ya con un criterio y un bagaje que nos hace ser más rápidos en la toma de decisiones, nos ayuda a relativizar los problemas. Ella juega con la ventaja de un camino allanado. Crecerá sin tanta presión sobre ella, sin tanta atención sobre lo que hace, lo que come, si trepa por un lado o por otro. Y esto será así fundamentalmente porque después de muchas primeras veces con su hermano mayor, hemos aprendido a relativizar.
¿SE LE QUIERE MÁS AL PRIMERO?
No. Rotundamente no. Pero se le quiere diferente. Inevitablemente, es el que más tiempo ha pasado con nosotros y es el que ha puesto nuestra vida del revés. Es el que nos ha enseñado a ser mejores personas. El que nos ha llevado al límite. El que nos está enseñando esta misión en la vida tan bonita que es ser padre. El que nos une. El que me ha traído hasta aquí.