Las noches del pasado 3 y 4 de mayo, Marsella acogió uno de los espectáculos más multitudinarios de su programa y que, curiosamente, se convirtió en una buena metáfora de lo que, al menos hasta ahora, es la Capitalidad Cultural Europea de Marsella-Provenza 2013 para muchos ciudadanos. Basándose en una estética industrial, la compañía Carabosse instaló alrededor del Vieux Port hasta 6.000 velas que ardieron desde las 20.30h hasta las 23.30h ofreciendo una bonita e insólita postal de la segunda ciudad de Francia. Con la caída de la noche, los colores rojos, naranjas y amarillos intensos de las chimeneas de hierro forjado, las bolsas colgantes de brasas, las macetas incendiadas y el pasillo de fuego abierto hasta el Fort Saint-Jean dibujaron en el cielo negro hermosas siluetas. Unas 200.000 personas cada noche admiraron el espectáculo ‘Entre flammes et flotes’, que además incluía una pasarela flotante que conectaba los dos brazos del puerto y permitía recorrerlo en círculo. Muy bonito, pero…
Reproduzco aquí una breve conversación con uno de los trabajadores encargados de manejar una de las chimeneas que regularmente escupían llamaradas de fuego, para regocijo del público asistente:
“Buenas noches, ¿hay algún mensaje en el espectáculo, alguna relación metafórica con el pasado industrial del puerto de Marsella, una reivindicación de la cultura como fábrica de ideas…?”
“No. Nosotros somos una compañía que trabaja con el fuego. Hacemos espectáculos en parques, plazas…”
“Entonces, se trata sólo de una propuesta estética. No hay ningún sentido detrás de esto, ninguna intención…”
“No…”
“¿Qué es el material que arde?”
“Parafina. Como la cera de las velas.”
“¿Y eso no es tóxico?”
Entonces el trabajador se encoje de hombros.
La parafina es un hidrocarburo derivado del petróleo que en su combustión desprende diversas sustancias tóxicas, que varían en función de con qué otros productos se haya mezclado la cera. Así, la noche del 3 y del 4 de mayo Marsella se convirtió en una enorme chimenea contaminante –habría que conocer exactamente qué tipo de parafina utilizó la compañía Carabosse- que durante varias horas ensució, además de los pulmones de sus visitantes, el cielo de ese Mediterráneo que tanto afirma admirar en su programa. Todo en nombre de la cultura…
En todo caso, el público parecía encantado. Aquellas miles de velas sirvieron de alimento vacío, de fast food, ansiosamente devorado por otras tantas miles cámaras de fotos que dispararon histéricas sus flashes por toda la geografía del Vieux Port sin que nadie pareciese darse cuenta de que aquello era peligroso –centenares de macetas llenas de parafina ardiendo se extendían por la acera y colgaban de las farolas sin ningún tipo de protección-, tóxico y falto de sentido. Por eso, ‘Entre flammes et flotes’ fue una metáfora casi perfecta de lo que Marsella-Provenza 2013 es para una buena parte de la sociedad de esta región que critica la falta de consistencia y vacuidad de su Capitalidad Cultural Europea. Una sociedad que se pregunta: ¿qué quedará de Marsella cuando se acabe el espectáculo de MP2013?