Nuestro etólogo, Martín R. Ojeda, nos habla esta semana sobre los marcadores de conducta (algo relacionado con el recien terminado tema del aprendizaje canino).
“Mencionamos al pasar en la última entrega de la “Saga Aprendizaje” (aún no he recibido respuesta de Spielberg sobre si le interesa rodar la versión cinematográfica) que, si bien la aplicación de las leyes de Thorndike y el principio de Premack no tienen mayor complicación teórica, al pasar a la práctica la cosa se complica un poco. Dije también que es en ese momento cuando entran en juego ciertas técnicas específicas y elementos que nos permiten llevar a buen puerto nuestra tarea.
Vayamos, si me dais el gusto de acompañarme, a echar una mirada a este tema tan curioso.
La dificultad básica que se nos planteaba en nuestro ya archiconocido caso del perrete que tiene que morder el tirador y abrir la puerta para luego entrar en la habitación tiene dos caras confluyentes:
1- Si tengo que ir quitando los premios en las conductas intermedias, ¿cómo mantengo al chucho motivado?
2- Y además, por esa misma razón, ¿cómo le indico que va por buen camino?
¿Qué os parecería tener algo (vamos a evitar concretar más de momento) que sirviese para decirle al perro que lo que está haciendo es lo correcto, y que habrá premio más adelante? Eso nos solucionaría el problema ya que haría de “puente ” entre la conducta y el premio, salvando así la inmediatez de Thorndike.
Bienvenidos al maravilloso mundo de los marcadores de conducta.
Como recordaréis de los artículos en que hablamos del condicionamiento pavloviano, nuestros perros tienen respuestas incondicionadas ante estímulos incondicionados (ej. salivar frente a la comida). A partir de ellos, por condicionamiento, es posible lograr la misma respuesta frente a un estímulo que previamente no generaba reacción alguna (ej. salivar al oír la campana que le hemos hecho relacionar con la comida). Y finalmente, a través del condicionamiento operante, logramos que el animal relacione una determinada conducta con lo que implica ese estímulo que antes era neutro, el premio.
Resumiendo, lo que hace el marcador de conducta es dar un refuerzo positivo al perro, que por condicionamiento tiene relacionado ese estímulo con el premio y sabe que llegará cuando cumpla la conducta que tiene encomendada.
Ahora bien, ya conocemos -de “andar por casa”- el concepto, pero ¿qué puede usarse como marcador de conducta? En teoría casi cualquier cosa susceptible de ser captada por el perro mediante sus sentidos (sobre todo vista y oído), a condición de que fuera completamente neutro para él antes de comenzar el trabajo de condicionamiento. Así, pues, la voz, una palmada, una campana, una luz, el clicker, etc. Cada uno tiene ventajas y desventajas. Las que generamos nosotros mismos nos ahorran de llevar cosas y nos permiten trabajar en cualquier momento, lo cual es particularmente importante si trabajamos con capturas de conductas. Pero por otro lado, los chuchos son sumamente sensibles a los cambios de tono de voz, a que la palmada sea más o menos fuerte, etc., con lo cual a medida que estemos cansados, o enfadados el marcador no será igual y por tanto puede que la respuesta tampoco. El clicker en cambio, por ejemplo, siempre suena de la misma forma estemos o no enfadados o cansados, con lo cual siempre será el mismo refuerzo el que reciba nuestro animal. Pero hay que acordarse de llevarlo con nosotros.
¿Cómo se usa? Eso para más adelante.”
(*) Martín R. Ojeda es etólogo y adiestrador de Servicios Caninos Integrales
(**) Si quieres que Martín te ayude con tu perro, recuerda rellenar este cuestionario y enviarlo aunomasenlafamiliablog@gmail.com.