Eli nos escribe preocupada porque su perro Pintxo tiene mala relación con niños, habiendo llegado a morder a su sobrina. Nuestro etólogo canino, Martín Ojeda (*), responde a la consulta de Eli.
“En la consulta de hoy hablaremos de Pintxo, un mestizo de tamaño pequeño de unos dos años de edad a quien aparentemente no le gustan nada los niños.
Cuando tratamos el tema del lenguaje en las relaciones de nuestros perros, hablamos de la importancia que tiene en nuestra comunicación con ellos no sólo el aspecto auditivo, sino también el corporal llamado lenguaje gestual.
Hablamos entonces, como muchas otras veces, de lo fundamental que es que el cachorro esté con su madre y camada durante el período de socialización para que aprenda a relacionarse con sus congéneres a través de las vocalizaciones y posturas corporales, como así también de que tenga contacto con seres humanos para acostumbrarse a nosotros y nuestros gestos.
Ahora bien. En la consulta no se refiere que el perrete tenga problemas con los adultos, luego entendemos que es capaz de comprender el mensaje que se le hace llegar. ¿Qué pasa entonces con los niños? Básicamente que su forma de comunicarse es diferente. En primer lugar la forma de moverse y los tonos de la voz son otros. En segundo lugar, tienen una concepción bastante “elástica” de los límites respecto a sus manifestaciones, en este caso de cariño.
Luego, si tenemos en cuenta esta “incomprensión” por parte de Pintxo (posiblemente no haya tenido contacto con niños durante sus etapas tempranas, o éstos no hayan sido buenos), y le agregamos el carácter más bien inseguro o asustadizo que se refiere, es lógico que esas presencias infantiles no sean de su gusto.
¿Qué hacer? Bueno, en la consulta se dice que el perro ha mordido a una sobrinita, de modo que primero y principal: en ningún, y repito, NINGÚN caso puede dejarse al perrillo a solas con un crío, o estar sin todos los sentidos puestos en ellos. Hemos dicho ya que los perros aprenden conductas en base a sus resultados y, evidentemente, habrá conseguido que la niña no le incordiase más después de morderla, de modo que sabe que esa conducta funciona. Y si la próxima vez no funciona al principio, lo que hará será aumentar la intensidad, independientemente de que luego se le riña. Y, por supuesto, la responsabilidad a ese respecto no es de él, sino de sus dueños y de los padres de los niños. Las relaciones siempre son entre al menos dos partes, y ambas tienen que conocer las reglas por las que conducirse, por lo que la solución pasa por enseñarles a relacionarse y no por enseñar al animal a que “sufra” a los niños.
A la hora de trabajar, habrá que enseñarle a través de la habituación que la presencia de niños no implica nada malo para él, trabajo que tendrá dos pilares: primero, el tiempo y la paciencia; segundo, evitar las manifestaciones que puedan resultarle desagradables o dolorosas. Si paulatinamente vamos acostumbrándole a la presencia de los niños, pero cuando éstos le tocan le causan daño, no lograremos nada bueno.
Finalmente, recomendaros que contactéis con un profesional que os guíe en el proceso, porque es una cuestión cuyos resultados pueden ser graves si no se trabaja adecuadamente.”
(*) Martín R. Ojeda es etólogo y adiestrador de Servicios Caninos Integrales
(**) Si quieres que Martín te ayude con tu perro, recuerda rellenar este cuestionario y enviarlo a unomasenlafamiliablog@gmail.com.
(***) Tened en cuenta que los consejos se dan habiendo leído el cuestionario rellenado por la persona que hace la consulta, por lo que el etólogo cuenta con muchos más datos de los que aquí se comentan.