Muchos de vosotros me seguíais en el blog anterior y quienes lo hicieseis seguro que recordáis la historia de Golfo: un bóxer abandonado con un añito con el aspecto de ser un anciano de la sarna que tenía. En ese blog ya os conté que mi Golfete fue más que felizmente adoptado por una familia maravillosa en Cantabria (perdona por el “mi”, Pili, pero siempre llevaré un cachito en mi corazón). A Golfo no le pudieron salir mejores adoptantes: una familia que siempre había tenido perros de su raza, que vive en zona cercana a varias playas, con un jardín en el que Golfo no para de jugar…y, lo más importante: lo adoran y basta verles dos minutos con él para darse cuenta.
Golfo fue adoptado el verano pasado, al poco tiempo le hice una visita y este mes pasado volví a Cantabria a ver a mi niño (ay, mi gordo, lo que nos costó encontrarte un sitio, pero eso era porque el destino te tenía reservado un paraíso para ti con un par de ángeles que te cuidan y te quieren con locura). En esa visita, hice unas fotos a este campeón para que, quienes lo recordéis, veáis lo bien que está. Para aquellos que no lo conozcáis, es un ejemplo de que nunca hay que tirar la toalla: por más que me esforzaba, a este chico no le salía adoptante y miradlo ahora…
Gracias Golfo, por ser como eres y seguirme recibiendo como si nunca te hubieses ido de Donostia. Y gracias Pili y Alfonso por tenerlo como un rey, no podría estar en mejor sitio.