La consulta para nuestro etólogo, Martín R. Ojeda (*) nos llega hoy desde Navarra de la mano de Marta. Esta chica nos cuenta que tiene varios problemas con su perro, un mestizo de dos años adoptados en la Protectora de Navarra. Momo, el protagonista de hoy es, además, hermano de mi perro Rayo.
“La consulta de hoy trata sobre un perrillo que aparentemente es sumamente posesivo frente a otros perros con cualquier cosa que encuentra, se lanza a marcar a cualquier otro perro (especialmente si es más grande o peludo) y hace lo mismo con la gente que porta mochilas, cascos de moto, ropa llamativa, etc. Se refiere también que a veces sufre como ataques de pánico en los cuales aúlla y es incapaz de moverse del sitio.
Se cuenta en el cuestionario que el perrito fue adoptado en la protectora de Navarra cuando tenía un mes de edad; dato que tiene bastante relevancia. Como hemos comentado varias veces ya, el período de socialización de un cachorro culmina a los tres meses de edad y por eso se recomienda no sacarlos de la camada antes de ese término. Durante la socialización el cachorro aprende tanto de la madre como de la relación con los demás integrantes de la camada cuáles son las normas que rigen la interacción con los demás miembros de su raza, qué está permitido, de qué forma y cuándo, y qué no.
De la misma forma, se aconsejan los primeros contactos con los seres humanos (adultos y niños) durante ese mismo período a fin de que integre también esa forma de relación. Por supuesto, siendo que esa socialización marcará en buena medida la relación del perro para con los humanos, está sujeta a reglas y procedimientos y no puede llevarse a cabo de cualquier forma.
Como resulta evidente, pues, la ausencia de esa socialización correcta producirá un cachorro que no conoce las normas de comportamiento frente a otros perros, ni conoce a los seres humanos (y su interacción), lo cual ocasionará que el pequeño reaccione como buenamente puede y –atención- aprenda a comportarse según el resultado de esos comportamientos. Si por la razón que fuera ha aprendido que ladrando a otro perro éste se aleja, que siendo posesivo con las cosas nadie se las quita, que esos humanos “raros” a sus ojos se alejan cuando ladra, es completamente lógico que consolide esas conductas como habituales. Ya hemos dicho cuando hablamos de la ley de Thorndike que el premio ha de ir seguido a la conducta: ladro y se va. Conducta y premio.
No consta en el cuestionario los métodos utilizados por la “educadora en positivo” que decís haber consultado, más allá de que no veis cambio ni resultado, de modo que no puedo deciros nada acerca de los motivos por los que aparentemente no funcionan. Aunque no me gustan las etiquetas, prefiero no hablar para no generar un aluvión de respuestas más o menos faltonas, aunque sí puedo decir un par de cosas. Los métodos llamados “positivos” son siempre los recomendables y los que obtienen indudablemente mejores resultados, pero para ello se requieren algunas condiciones:
1- Tiempo. La respuesta a la falta de un estímulo positivo es más lenta que la respuesta a un estímulo negativo. Luego si no se lleva a cabo el proceso con tiempo –amén de la siempre necesaria paciencia- no habrá resultados.
2- Vínculo. Quien va a trabajar-tratar al animal tiene que ser capaz de construir un vínculo con él, porque si no será imposible. Y en este caso me refiero no solo a cariño, sino a respeto especialmente. Tendrá que ser capaz de ganarse el respeto del perrillo sólo a base de estímulos positivos, y eso no es tan fácil como parece. De hecho, es menos habitual de lo que se cree.
3- Adecuación del plan al caso concreto. Para ello hace falta que el interviniente tenga buena formación. Una cosa es enseñar a un perrete a sentarse y echarse y otra distinta es modificar una conducta o eliminar una fobia. ¿Se puede hacer “en positivo”? Por supuestísimo. ¿Lo puede hacer cualquier? Para nada.
Normalmente intento dar pautas de trabajo para los dueños para que “vayan tirando”, tratando de mejorar por sí mismos en la medida de lo posible los problemillas del chucho. En este caso, más allá de la enseñanza de normas de conducta básicas que sí podrían llevarse a cabo, habría que pasar a primera vista por procesos de habituación a algunas cosas, desensibilización a otras, leer el lenguaje corporal del perro para determinar la causa de sus reacciones, qué ocasiona sus ataques de miedo; en fin, cosas que están más limitadas a la acción de un profesional.
Por ello mi consejo es, basado siempre en la consulta y sin haber visto al animal, que os pongáis en contacto con un profesional formado y experimentado, que será quien pueda guiaros correctamente en el proceso de mejorar la vida de vuestro amigo.”
(*) Martín R. Ojeda es etólogo y adiestrador de Servicios Caninos Integrales
(**) Si quieres que Martín te ayude con tu perro, recuerda rellenar este cuestionario y enviarlo a unomasenlafamiliablog@gmail.com.
(***) Tened en cuenta que los consejos se dan habiendo leído el cuestionario rellenado por la persona que hace la consulta, por lo que el etólogo cuenta con muchos más datos de los que aquí se comentan.