Que no digan los amargados que no existe la felicidad. Ahí estaba yo, en mitad de La Concha, al volante del Opel Vectra, con un sol redondo como sartén poniéndose por Igeldo. Y yo, de vuelta a casa pensando en la tortilla de patata: ya me veía colocándome el delantal de cocina y vertiendo en […]