Son las cuatro de la mañana del día 5 de marzo de 1916. La lluvia arrecia y la densa niebla cubre el horizonte. En frente del buque se divisa un arrecife, el capitán José Lotina ordena dar “atrás toda”. La maniobra es insuficiente, el buque impacta de costado y se abre una gran vía de agua en el casco. Cinco minutos después, el trasatlántico Príncipe de Asturias se hunde en las oscuras aguas de la costa brasileña.
Así comienza la tragedia de éste buque y de sus pasajeros, entre los que figuraban varias familias de San Sebastián…
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El “Príncipe de Asturias”, fue un trasatlántico perteneciente a la Naviera Pinillos. Fue construido en Glasgow apenas dos años antes de la tragedia. Tenía 150 metros de eslora, 20 de manga y 10 de puntal y desplazaba 16.500 toneladas. Podía navegar a 18 nudos y transportar 1.900 pasajeros. Costó 200.000 libras de la época. En su tiempo, fue considerado como uno de los más hermosos buques de la flota mercante española.
El buque zarpó de Barcelona el 17 de febrero con destino a Buenos Aires, no hallando novedad alguna hasta llegar al lugar del naufragio. Portaba 588 pasajeros y tripulantes.
Tras la imposibilidad de entrar al puerto de Santos (Brasil) a causa del mal tiempo, el capitán José Lotina decide esperar un día más. Durante la noche el tiempo empeoraba por momentos, el cielo se cubrió de niebla y la lluvia caía torrencialmente. Confiando en su pericia, el capitán decidió intentar entrar al puerto en la madrugada del día 5 de marzo. Su decisión sería fatal.
“Don José Lotina, capitán del «Príncipe de Asturias», que pereció en el naufragio. Era éste el último viaje que pensaba realizar”. Foto y texto: EPV. |
A las cuatro de la mañana, los oficiales a duras penas pudieron avistar el arrecife de punta Pirabura. Pese a las órdenes del capitán para evitar el choque, nada se pudo hacer. El Príncipe de Asturias chocó de costado y se abrió en el casco una enorme vía de agua que iba de proa a popa. La nave estaba herida de muerte.
El trasatlántico se hundió en menos de cinco minutos, llevándose al fondo del mar 445 almas. De las 143 almas rescatadas solo 57 eran pasajeros; las 86 restantes eran tripulantes. En su momento fue la mayor catástrofe naval en la historia de España.
En la actualidad, el “Príncipe de Asturias”, yace en el fondo del mar a una profundidad de 45 metros, cerca de la punta de Boi, en la isla de San Sebastián. Es casi inaccesible para los submarinistas debido al clima adverso, la escasa visibilidad y las fuertes corrientes.
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La noticia del hundimiento llega a San Sebastián el 7 de marzo. Inmediatamente, como suele ser en estos casos, los angustiados familiares de los viajeros, acudieron a los principales diarios demandando toda la información disponible sobre los pasajeros.
También acudieron a la Agencia del señor Julián de Salazar, consignataria de la Naviera Pinillos, donde los pasajeros habían adquirido los billetes, para reclamar toda noticia sobre los mismos. El señor Salazar se apresuró a telegrafiar a la Dirección de la Naviera, en Cádiz, que le aseguró la pérdida total del buque y el salvamento de varias personas, pero sin confirmar nombres.
“Doña Eusebia Garitonandia de Guerra y su hijo Felipe, de cuatro años, que también han perecido. Conocidísimos en San Sebastián era ella sobrina de don Víctor Garitaonandía”. Foto y texto EPV. |
Al día siguiente (día 8), las portadas de los principales diarios locales consultados (El Pueblo Vasco y La Voz de Guipúzcoa) se hacen eco de la tragedia de manera extensa. Aquel día, la pérdida del trasatlántico estuvo presente en todas las conversaciones de San Sebastián.
Los diarios consultados publican dos listas de pasajeros. Como podrá observar el lector, apenas coinciden. Seguramente ésto sea producto de la desinformación reinante en los primeros momentos:
“La Voz de Guipúzcoa”:
“El Pueblo Vasco”:
“El Pueblo Vasco” llega a comentar que en el buque iba un joven matrimonio de San Sebastián, que había embarcado para recoger una herencia en América, dejando en un piso de la calle Fuenterrabía una niña de mes y medio de edad al cuidado de su abuela.
Se da noticia de que podrían haber embarcado 33 guipuzcoanos. Esta conclusión se debe a que ése fue el número de billetes expedidos por la Agencia del señor Salazar.
“Don Francisco Jaureguialzo y su esposa doña Cecilia Urteaga, que fallecieron con cuatro de sus hijos en el naufragio del trasatlántico «Príncipe de Asturias»”. Foto y texto: EPV. |
El día 9 se facilitan los nombres de algunos pasajeros que han sobrevivido a la tragedia:
El sábado 10, la familia de Norberto Múgica recibe una noticia desde “Iquiqui” (¿Iquique, Chile?), anunciándoles el salvamento de Norberto. Por desgracia, la noticia, que estaba sin confirmar, llevaría una efímera esperanza a la familia Múgica. Norberto se hallará entre los fallecidos.
El mísmo día, se recibía la noticia del fallecimiento del matrimonio eibarrés conformado por Román Hernández y Rudina Aranzabal y sus hijos gemelos de corta edad. También se señala la presencia de Vicente Aldazabal, un eibarrés bastante conocido, y se temía su fallecimiento.
Para el día 11 se tiene la certeza de quienes fueron los fallecidos. He aquí la lista:
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Tras confirmarse las muerte, se abrieron dos suscripciones en pro de las familias damnificadas por la tragedia: La de la Naviera Pinillos, abierta desde el día 12 en Barcelona, y la de la Agencia Salazar en San Sebastián.
“La Voz de Guipúzcoa” publica una carta de Julián de Salazar que nos ofrece la primera lista de donaciones hechas en su Agencia:
El día 17, “La Voz de Guipúzcoa” vuelve a dar noticia sobre los donativos; se suman 328 pesetas.
A partir de ésta última fecha no han sido hallados más datos que indiquen el total de lo recaudado en Guipúzcoa.
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Tras la confirmación de los fallecimientos, en su memoria se realizaron los siguientes funerales:
El Lunes 13, a las diez de la mañana, se celebró en la iglesia del Sagrado Corazón misa de réquiem, con responso, por Eusebia Garitaonandia de Guerra y su hijo Felipe. Encargada por el tío de ésta, el presbítero Víctor Garitaonandia.
El mismo día, a las diez y media, en la iglesia de los Capuchinos, se celebró una misa de Gloria, que había sido encargada por los amigos de los niños de la familia Aguirre.
A las once, encargada por el Círculo Easonense, se celebró en la parroquia de Santa María una misa de Requiem, en sufragio de las almas de los fallecidos. El acto, como era de esperar, estuvo muy concurrido, figurando entre los asistentes muchos socios del Círculo, amigos y deudos de los fallecidos.
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El miércoles 15, a las nueve y media, en la capilla del Colegio Católico de Santa María (Marianistas), se celebró otra misa por los náufragos y, en especial, por Luis Echeverría, antiguo alumno de la institución; Norberto Múgica y las familias Jaureguialzo y Aguirre, parientes y allegados de alumnos del Centro.
El mismo día se haría otra misa en honor de Norberto Múgica, a las diez de la mañana en la parroquia del Buen Pastor.
El jueves 16, se celebraron los funerales de la familia Jaureguialzo-Urteaga en la parroquia del Buen Pastor, a las once de la mañana.
El viernes 17, en Fuenterrabía, a las diez y media, se celebraron los funerales de la familia Aguirre-Zuriarrain.
El mismo día, a las once de la mañana, se celebró el funeral del joven Luis Echeverría, en la parroquia del Buen Pastor.
El sábado 18, a las nueve de la mañana, en la parroquia de Santa María, se celebró el funeral de Josefa Albizu y Arsuaga.
El lunes 20, en la parroquia del Buen Pastor, a las once de la mañana, se celebraron los funerales de la malograda familia Aguirre-Zuriarrain.
Semanas después, el lunes 10 de abril, aparece una nueva esquela: la de Francisco Espeleta Buruaga. Su funeral se celebró ese mismo día, a las diez de la mañana, en la parroquia del Buen Pastor.
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El día 13 de abril, en las oficinas de la Agencia Pinillos, en Barcelona, quedó constituida una comisión cuya misión sería la de «cuidar de la clasificación y reparto de los socorros a las familias necesitadas de los tripulantes y pasajeros de tercera desaparecidos en el naufragio». Para entonces, ya se tiene constancia del número total de víctimas: 108 tripulantes y 197 pasajeros.
Las cantidades recaudadas hasta entonces, por las suscripciones de Barcelona y Cádiz, ascendían a unas 112.000 pesetas; desconociéndose el total de las cantidades reunidas en otros puertos. Aun uniendo aquellas cantidades desconocidas a la cantidad conocida, la propia comisión anunciaba que sería insuficiente para atender al tamaño de la catástrofe.
ION URRESTARAZU PARADA
Fuentes:
Hemeroteca:
Web: